Entrevista a Jorge Bernetti, periodista que formó parte del diario La Opinión

Posted on Tuesday, July 13, 2010 - 0 comments -

Sobre las transformaciones en la noticia en el diario La Opinión y Página 12, dos periódicos dirigidos al mismo público al interior de distintos momentos históricos.

-¿Cómo varía el tratamiento de las noticias relativas a la cuestión universitaria dado por el diario La Opinión en el contexto de 1973, en relación con el que le da hoy Página 12?
-Hay una diferencia de época, La Opinión encontró una forma de abordaje de los temas universitarios que era diferente a la forma empleada, por ejemplo, por La Nación y La Prensa que básicamente trabajaron sobre el discurso del Consejo Superior y del Rectorado, o sea, de las autoridades. La Opinión trabajó desde el lado de las bases de la universidad que son los estudiantes. Y, el tratamiento que le dio al tema universitario en relación a las organizaciones de base tuvo que ver con que el Consejo Superior estaba intervenido. Entonces, por el hecho de darles ese protagonismo y debido a la masiva movilización existente, esto se convirtió en un tema muy atractivo y notable en términos de público.

- La Opinión de 1973 y Página 12 de hoy: ¿interpelan al mismo público?
- Sí, el público al que pretendía interpelar La Opinión es el mismo público al que pretende interpelar Página 12. La Opinión se basó en el desarrollo de un público universitario que tenía tanto la capacidad de comprar un periódico o más periódicos y tiempo para leerlo.

- ¿Cómo fue cambiando el enfoque adoptado por La Opinión en relación al que hoy le da Página 12 en cuanto al rol de los estudiantes en la sociedad?
- Si uno compara el entusiasmo estudiantil de los setenta con el actual, evidentemente es diferente, yo no lo estoy cuestionando pero hoy, lo que digo es que la mayoría de los estudiantes tiene un tipo de participación diferente. No es que no voten en las elecciones pero tienen una capacidad movilizatoria menor y probablemente esta discusión de política universitaria, por diversas razones permanece más alejada. Eso se vuelca un poco en el enfoque tanto de Página 12 como de otros diarios, hoy ya no se les da este protagonismo a los temas universitarios. Pero ojo, no es que no se lo trate al tema ni que sólo Página 12 se ocupe de instalarlo. En el caso de los periódicos tradicionales como es el caso de La Nación, cuando las papas queman o cuando hay un congreso de la Federación Universitaria se ocupa. Está claro que de eso antes no se ocupaba. Por supuesto que no lo va a trabajar tanto como Página 12 pero interesar, le interesa. Lógicamente, lo va a trabajar menos porque su clientela básica no es la del estudiante universitario. Habría que ver cuántos estudiantes universitarios leen La Nación, cuántos Página 12, cuántos de ellos son de universidades privadas y cuántos de universidades públicas.

- Analizando ambos periódicos hemos observado que antes La Opinión destacaba temas y discusiones que se daban en el ámbito de las asambleas universitarias y que hoy las noticias de la universidad que se publican en Página 12 enfatizan más en el desarrollo de disturbios, asunciones de autoridades, ya no se cubren las asambleas: ¿siguen manteniendo ambos diarios la continuidad en cuanto al tratamiento de la noticia?
- Sí, algunas fórmulas tienen de continuidad. Lo que aprovechó La Opinión en el desarrollo que va del ‘71 al ‘73 fue un amplio grado de movilización estudiantil de politización donde cada uno adoptaba alguna identidad política. Todo eso pasaba a tener una enorme importancia y al mismo tiempo había condiciones en relación con los medios. Por ejemplo, tener la voluntad de leer diarios y la capacidad adquisitiva para de poder comprarlos. Hoy tenemos otras urgencias, otra tecnología, otras capacidades económicas de los estudiantes. Entonces el público al que interpela Página, que es el público de la universidad muy crecida, ese público es un sector minoritario que se interesa por esos temas. Puede haber un momento muy especial por ejemplo la toma de una facultad como pasa en medicina de La Plata pero la lógica de trabajo de La Opinión fue muy peculiar. Esto también tiene que ver con la forma de tratamiento de los temas y más que con eso con cual es la reacción del público. Probablemente la mayoría de los portales electrónicos no le dan mucha bola al tema universitario: actúan casi como los diarios. Eso nos está hablando del público: un público que va a la universidad, vota a una agrupación u a otra pero no participa movilizatoriamente. La participación es “hasta ahí”, el comportamiento de lucha es relativamente escaso, estos no son los años setenta ni tendrían porque serlo.

- También notamos que las noticias universitarias en La Opinión pocas veces salían en tapa: ¿A que le atribuye este comportamiento?
- Eso sucedía porque probablemente los temas dominantes en esa época, aún para los estudiantes, eran los políticos. Los estudiantes debían decidirse sobre si el retorno de Perón se iba a producir o no, si era bueno para el desarrollo de la clase obrera o no, y esto era una discusión importante. La universidad estaba colocada o al servicio de los trabajadores para las organizaciones de izquierda o al servicio del pueblo y de los trabajadores en la organización peronista pero esto era lo más importante: la institución era un lugar que estaba al servicio de.

- ¿Cómo fue variando la sección universidad desde La Opinión hasta Página 12?
- La sección universitaria, que fue dirigida por Andrés Zabala y otro que desapareció, Suárez, y en la que en una época trabajaba Vicky Walsh cubriendo todas las reuniones de Consejo Superior, estaba supeditada al área de la política. Los temas se seguían minuciosamente. Todo eso disminuyó hoy porque antes la universidad era una cosa muy importante para el público y la sociedad quería saber para dónde van los estudiantes. En eso también tiene mucho que ver cómo se define la elección de un rector y por eso todos esos organismos pasaron a tener una enorme importancia en la universidad organizada no en la universidad intervenida y también de esos temas se ocupa Página 12, que tiene la sección dos veces por semana, no como otros diarios como La Nación que tiene una especie de caos temático. Además, hoy lo que ha ocurrido es que se ha diluido la idea de las secciones. La Nación, por ejemplo, colocó una especie de estrategia de marketing a ver qué temas funcionaban: “Si vende, le doy con todo, sino los saco”, es una especie de concepción morbosa del periodismo, de falta de continuidad. Porque la continuidad aburre, porque la enorme oferta también es un problema.

- O sea que no se priorizan los temas universitarios porque aburren y eso hace que no venda…
- Claro: no impacta, aburre y por ende no vende. Pero además, no se lo intenta instalar, no se le da la relevancia suficiente como para que sea un tema de agenda. Esta sobreabundancia de información indica falta de prioridad, es decir: “esto es importante, lo voy a tratar, esto es aburrido, no lo voy a tratar”. Lo que sucede es que no se cubren las reuniones de los consejos superiores que se reúnen cada 15 días, siempre, porque son cosas muy aburridas. Pero también, a veces son cuestiones decisivas. A lo mejor son 15 facultades de la UBA, a lo mejor de 15 sesiones en 6 facultades hay cosas interesantes y un tercio de esa información ya te garantiza un montón de información y con eso se tendría para elegir. Pero pasa que uno también tiene que marcar ciertos temas para que adhieran importancia. No es sólo la cuestión pedagógica de lo que el público quiere, macana, yo tengo que responder a lo que quiere el público pero no a todo: si el público dice “muerte a los asesinos”, el medio puede elegir no tomarlo porque eso le hace perder lectores o por una postura ideológica.

- Volviendo a los setenta: ¿Cómo se reconoce la influencia de la línea política de La Opinión en el tratamiento de las noticias?
- La línea política tiene que ver con que Jacobo Timerman quería tener un diario que llegara a un público joven y para llegar a ese público tenía que darle algo que le interesara.

- ¿En esa época había otros diarios que también trataban o le daban tanta importancia la cuestión universitaria?
- De la manera como la trató La Opinión, no. Hoy los periodistas que van a cubrir notas del Consejo Superior ya saben de antemano que va a pasar algo importante. Si consideran que no va a ser importante lo que se va a tratar no van, y eso es muy arbitrario.
Por ejemplo Página 12 convirtió en un tema de debate en la facultad de Ciencias Exactas el tema de si la facultad aprobaba o no el tema de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) y otros no lo tomaron. Y es un tema importante. La Nación no lo tomó ni lo tomaría porque está en contra. Pagina 12 lo toma pero sólo los vientos críticos aunque por lo menos lo coloca y eso es importantísimo. Sin embargo, hoy lo que hay es falta de programa falta de discusión y de criterios acerca de que es lo que hay que discutir porque no se termina de definir qué es lo importante.

- ¿La Opinión logró instalarlo en los setenta?
- Los rasgos sobresalientes de la cobertura de la opinión tuvieron que ver con que interpreto el viento de la época, el tema se instaló porque supo interpretar la rebelión política y estudiantil que tenía un sentido liberacionista y revolucionario, no porque Timerman lo fuera.

- ¿Cómo se da la relación con las fuentes en La Opinión y en Página 12?
- En el manejo de la información La Opinión tenía un juego muy interesante porque por un lado tenía la información del ejército y por otro lado tenia la información de lo que iba a hacer el peronismo de Cámpora por la información que le traía Bonasso. Y eso duró durante un tiempo. No todos los diarios se pueden dar ese lujo porque viven en función de dar determinados mensajes pero también pueden, si tienen intereses más ligados al puro lenguaje periodístico y si atienden a ciertos marcos de ética que le va imponiendo la sociedad, dar la opinión de voces opuestas a la línea del medio.

-¿Se puede decir que la sección universitaria de La Opinión fue de izquierda?
-En realidad lo que fue es una sección subversiva. Ponía todas las opiniones del campo universitario, tomaba documentos y los reproducía, y esas eran todas opiniones cuestionadoras del orden social. Los límites entre si las secciones estaban más a la izquierda o más a la derecha los marca quien dirige, y quien dirigía, Timerman, tenía una política de dar autonomía a las secciones en el campo universitario. No tenia problema en el campo universitario que va dentro de lo cultural pero en el área de lo político dirigía de otra manera. Por ejemplo, podía estar en función del GAN pero tenía que tener la posición del peronismo porque sino cómo atraía a sus lectores. Lo que decodifique el lector, si era de izquierda o de derecha, ya es cuestión del lector, tampoco por leer todos los días La Nación uno se vuelve de derecha. Uno elige estar más o menos cerca de tal o cual medio.

Breve reseña histórica de La Opinión y Página/12


El periódico La Opinión dirigido por Jacobo Timerman, nace el 4 de mayo de 1971 bajo el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, como un diario de análisis en formato tabloide, barato y de tirada pequeña, pensado como complemento de los llamados “primeros diarios”-informativos-. Se lo identificó como copia del francés “Le Monde” por su gran cantidad de texto, la ausencia de fotografías -reemplazadas por caricaturas-, la alta calidad de análisis y un lenguaje sin eufemismos. Podría definírselo como un diario liberal, en el sentido clásico, que marca el punto de partida de los periodismos de investigación y de interpretación, por lo que se lo considera el antecedente de un diario renovador como Página 12. Su redacción estuvo conformada por personalidades tales como Horacio Verbitsky, los hermanos Argañaraz, Luis Gregorich y Tomás Eloy Martínez.Financiado por el banquero de La Plata David Graiver, acusado luego de ser financista de la agrupación “Montoneros”, la publicación claramente antiperonista inicia su recorrido con editoriales antilanussistas pero irá pendulando ideológicamente, acercándose a Lanusse en momento del GAN, cuando ya la Revolución Argentina estaba claramente en decadencia, mantendrá importantes diferencias con el gobierno de Héctor Cámpora, pese a aprobar la gestión económica de José Ber Gelbard, adquirirá cierto tono sutil con la vuelta de Perón al poder, distanciándose fuertemente del gobierno de María Estela Martínez quien ejerció el cargo de presidente tras la muerte de Juan Domingo Perón. Durante esa gestión, cuestionará fuertemente a su ministro de Bienestar Social, José López Rega, y será uno de los principales impulsores de la llegada de los militares al poder. En abril de 1977 Timerman es secuestrado por un grupo paramilitar subordinado al coronel Ramón Camps y el diario es intervenido, iniciando su lenta decadencia.


Página 12 nace un 26 de mayo de 1987, bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, como un diario abocado al análisis periodístico, dentro del campo cultural progresista y caracterizado –parafraseando a Verbitsky – por la falta de reverencia con que se dirigió a los factores de poder.Asume un estilo paródico, rompe con el modelo de la pirámide invertida en la construcción de sus textos, jerarquiza una única temática y el humor en la primera plana. Actualmente, si bien la empresa Página S.A. no ha manifestado información alguna acerca de su composición accionaria, algunas versiones vinculan al matutino, cuyo editor responsable es Fernando Sokolowicz, al CEO de Clarín, Héctor Magnetto. Se puede afirmar que Página 12 comparte con La Opinión la idea acerca de que “sólo hay un puñado de novedades diarias que merecen ser registradas y que el resto es relleno”.

Video de CORREPI- Presentación del Archivo 2009

Posted on Thursday, July 01, 2010 - 0 comments -

Tiempo Argentino y el arte de vivir con fe

Posted on Thursday, June 10, 2010 - 0 comments -



Hace algunas semanas, hizo su aparición Tiempo Argentino: un diario consciente de la crisis de credibilidad que atraviesa el mundo mediático y político en general. Sin ansias de solemnidad, el matutino perteneciente al multimedios del sociólogo y rabino, Sergio Szpolsky, asegura que “se puede leer”: una considerable apuesta que -como todas- conlleva en sí misma los gérmenes de sus propios riesgos.

Durante la semana previa al domingo 6 de mayo, día en que se puso en marcha el matutino conducido por el ex director de la revista Veintitrés, Roberto Caballero, miles de ojos se detuvieron ante inmensos letreros desplegados por cada rincón de la cuidad: “Es tiempo de creer y de ser creíbles. Es tiempo de un diario nuevo” (Tiempo Argentino, mayo de 2010, p 1). De esta manera hacía su entrada al hiperconcentrado escenario de medios, el rejuvenecido periódico que se proclama como una nueva fuente de oportunidad para todo aquel dispuesto a desafiar la hostilidad de los aires que corren alrededor de los desgastados y harto conocidos discursos del espiral periodístico. De lenguaje llano y conciso, Tiempo Argentino se autoadjudica la misión de cubrir la necesidad de amplios sectores de la población, deseosos de dar con algo sobre lo cual depositar su fe, su confianza, su dinero y su tiempo. Y, como indica la ley de la novedad: el desconocimiento de lo inminente es directamente proporcional al número de expectativas puestas en juego por su potencial clientela.¿Qué es lo novedoso de este emprendimiento informativo? En un llamado a la memoria histórica, el nombre con el que fue bautizado, “Tiempo Argentino”, evoca a su homónimo fundado en 1982 por Raúl Burzaco, una iniciativa próximo-pasada que al no haber logrado consolidarse por cuenta propia, luego de su tutelaje por la Coordinadora de Enrique Nosiglia -respondente al radicalismo, de turno en el poder-, no pudo sobrevivir a 1986 y se evaporó junto con el ya agonizante gobierno de Raúl Alfonsín (Diarios sobre Diarios, 23/03/2005).
Guiño de la historia para el que no cree en las casualidades, experiencia religiosa para los fieles, Tiempo Argentino renace al interior de una coyuntura de tironeos y disputas que se juegan, principalmente, sobre el terreno mediático, sitio a su vez ideal para informar, es decir, para “dar forma” a dichos conflictos (Nieto, Alfonso e Iglesias, Francisco, 1993: p 10).

“El arte de la guerra” sobre el campo periodístico

Algunos hombres de letras tales como Gabriel García Márquez (1996) o Rodolfo Walsh (1953), afirman que el periodismo es -ni más, ni menos- un género literario. Otros, como Vladimir Illich “Lenin” Ulyanov (1905), aseveran que lo propio del oficio recae en el hecho de constituirse en propaganda política. Por su parte, Noam Chomsky (2001) lo concibe como una forma de publicidad encubierta. Pero todo aquello no excluye ni se halla exento de lo que el General chino Sun Tzu, a quien se atribuye el legado más valioso sobre arte bélico, denomina “el arte de la vida”, esto es, “el arte de la guerra” (Sun Tzu, siglo V a. C.: p 3). Aprender del enemigo parece ser el arma que mejor garantiza a Tiempo Argentino, el cumplimiento de la estrategia necesaria para ganar y mantener a su audiencia -y en consecuencia, a sus anunciantes-.
“Que quede claro desde el comienzo: no somos el diario del Consenso de Washington ni defendemos postulados neoliberales. Somos un diario que nace defendiendo la nueva Ley de Medios, convencidos de que la argentina crece cuando más diversas son las voces que aportan al debate general” (Tiempo Argentino, mayo de 2010, p 4), señaló Caballero en una editorial publicada durante la semana de lanzamiento del diario.
En una clara alusión a su principal rival, Clarín, en tanto que representante de aquellos valores que el reanudado diario dice rehusarse de asumir, Tiempo Argentino se exhibe con un perfil de tono “progresista” semejante al de Página 12 y sale a la cancha alistándose detrás de las mismas banderas que reivindica el rotativo comandado por Ernesto Tiffenberg pero sin barajar la posibilidad de erigirse en su principal competidor. La razón es muy concreta: Tiempo Argentino apunta a ser masivo y popular, prescindiendo de arriesgar su nivel de ventas por un par de plumas refinadas capaces de relegarlo a un segundo plano. Por ende, prefiere adoptar las mismas tácticas que Clarín.
Asimismo, Tiempo Argentino desarrolla todos sus recursos y artimañas técnicas en redacción, estructuración y diseño de la información periodística en busca de un estilo presuntamente “objetivo”, midiéndose de ostentar su apoyo a un determinado sector político. Las pautas con las que se construye son las relativas al periódico independiente de información general que el teórico de la comunicación, Héctor Borrat, describe como los requerimientos de “dar señales –falsas o auténticas- del trabajo justo y equilibrado de los conflictos noticiables y del pluralismo de los comentario políticos” (Borrat, 1989, p 33).
¿Dónde está la trampa? Si se toma como referencia a sus primeros ejemplares, se constata que el diario jerarquiza como temas de portada, las mismas cuestiones que el resto de los medios de prensa masiva: la causa de las escuchas ilegales que involucran a Mauricio Macri, los festejos del Bicentenario, la culminación del torneo clausura que coronó campeón a Argentino Juniors. Sin embargo, no puede obviarse los tímidos signos de atención a cuestiones poco frecuentes en los grandes medios: “HAY 15 MIL PERSONAS SIN HOGAR EN LA CIUDAD” (Tiempo Argentino, 17/05/2010, pp 1-22-23), o “EXCLUSIVO: LA POLICÍA LO DEJÓ MORIR Y EL JUEZ LO ENTERRÓ COMO NN” (Tiempo Argentino, 22/05/2010, pp 1-32-34). ¿Un paso hacia distribución de la palabra? ¿Cómo se mide el grado de pluralismo al interior de un holding? ¿Es posible la diversidad de perspectivas que evoca Caballero en el actual mapa de medios?
El meollo del asunto recae en un punto vital: su composición económica. Si se atiende a que el diario pertenece al conglomerado de Sergio Szpolsky, uno de los empresarios más beneficiados por la pauta oficial en todos y cada uno de sus medios, la falsa independencia y la complaciente ilusión de “diversidad” cae por su propio peso. Tiempo Argentino se suma al siguiente listado de empresas: el canal de noticias CN 23, la LR9 Radio América, los diarios Buenos Aires Económico, Buenos Aires Herald, Diagonales, Miradas al Sur, El Argentino y las revistas Veintitrés, Veintitrés Internacional, Newsweek, 7 Días, Asterisco y Contraeditorial (disponible en www.elargentino.com).
Precisamente, uno de los mayores desafíos que atañe al medio yace en el grado de veracidad de los relatos que construye. Y, no es menos cierto que en la mayoría de las notas se recurre a fuentes -tanto fotográficas como textuales- provenientes de sectores afines al kirchnerismo: ministros de gobierno, agrupaciones políticas, movimientos sociales y de derechos humanos. No obstante, Tiempo Argentino también da cierto lugar a voces derivadas de distintas instituciones y movimientos sociales disidentes de la prédica oficial. Sin embargo, no delega el micrófono: coordina ese coro amplio pero armónico de opiniones mientras borra con el codo las marcas que lo evidencian como actor político (Borrat, 1989).
Además, utiliza ilustraciones de gran tamaño, en su mayoría protagonizadas por dichas fuentes y dedica gran cantidad de espacio a temas sociales, policiales, deportivos y de espectáculos al interior de un clásico ordenamiento de secciones, con una evidente preferencia por el ámbito nacional. Y, si bien a estos dos últimos -deportes y espectáculos- otorga un suplemento diario muy parecido al de Clarín, quizás la particularidad devenga del área de investigación, la cual recoge del semanario Miradas al Sur lo mejor del “estilo Barragán”. Con todo, al pretender abarcar un público vasto, la información que brinda tiende a no irse mucho hacia los bordes. Después de todo, no podría existir periodismo sin investigación ¿O sí?
De esta suerte, no se puede decir que Tiempo Argentino sea una caja de Pandora, ni mucho menos: no es que no anhele imbuirse con los dotes de la persuasión, la belleza y la música que acariciara la diosa creada por el supremo Zeus (Fuente: www.alfa913.com.mx), sino que no se propone irrumpir con grandes hallazgos capaces de sobresaltar las costumbres del público lector: simplemente quiere “entrar en sus corazones” (Tiempo Argentino, mayo de 2010, p 4), así – afirma Caballero- sus “sueños estarán cumplidos” (Tiempo Argentino, mayo de 2010, p 4). Para ello, el director del matutino “jura” a la audiencia que no va a utilizar “un oficio noble como el periodismo para defender sus intereses políticos y comerciales” sino que va a “intentar lo opuesto” (Tiempo Argentino, mayo de 2010, p 4). Así, Caballero cierra el baúl y apaga las dudas de una sociedad que baila al son de Os Paralamas, desengañada de tintas escurridizas.

Comunicación y guerrilla en Venezuela

Posted on Sunday, May 09, 2010 - 0 comments -

“La palabra como instrumento central para forjar la conciencia revolucionaria”


El programa de la guerrilla comunicacional es un proyecto lanzado a mediados de abril en los colegios secundarios de Caracas, que consiste en el armado de un conjunto de comandos conformados por 75 estudiantes de entre 13 y 17 años, quienes a través de murales, volantes, pancartas, redes sociales de Internet y mensajes de textos, se proponen romper el cerco mediático para evitar que vuelva a pasar lo ocurrido en abril de 2002, cuando algunos canales televisivos fueron cerrados y otros transmitieron programas de entretenimiento mientras el país vivía un golpe de Estado (http://www.ciudadccs.org.ve).
En el blog de dicho emprendimiento, que se puede visitar entrando a www.guerrillacomunicacional.blogspot.com, sus integrantes describen la propuesta en forma clara y concreta: “Así como hemos hecho de nuestras herramientas: computadoras, latas, exactos, pintura, lápices, papeles e ingenio; armas para combatir a los grandes medios de comunicación, no podemos olvidar el fusil fundamental de nuestro repertorio, la palabra como instrumento central para forjar la conciencia revolucionaria”.
Desde febrero, los estudiantes capitalinos de educación media han recibido capacitación en materia comunicacional durante cuatro horas diarias luego del horario de clases, y a partir de la formación teórica y práctica percibida, tanto en el “análisis del poder mediático” como en el área radial, gráfica, televisiva e informática, pasaron a formar parte de la denominada operación "Trueno Comunicacional".
La jefa de gobierno del Distrito Federal, Jacqueline Faría, explicó que el "plan piloto de entrenamiento" consistió en el análisis de distintos programas de televisión provenientes de los grandes medios. Dicha programación fue observada por los chicos, quienes realizaron informes referidos a los respectivos mensajes desde ellos transmitidos que luego debatieron en clase donde además, aprendieron las herramientas necesarias para poder refutarlos.
Los Comandos de Guerrilla Comunicacional “prepárate, apunta y crea” forman parte del programa de Comunicación Popular Revolucionaria del Gobierno del Distrito Capital, el cual no sólo aspira a evitar los silenciamientos y mentiras mediáticas (tal como sucedió el 11, 12 y 13 de abril de 2002) sino también, según dijo la ministra de Comunicación, Tania Díaz, apunta a “democratizar el espacio comunicacional” y contribuir a que el pueblo venezolano tenga la posibilidad de advertir que “los medios de comunicación son empresas que tienen intereses propios e ideologías preestablecidas que siguen parámetros que están acosando a la revolución bolivariana” (www.vulcano.wordpress.com).
La última actividad que realizó la guerrilla comunicacional fue durante los últimos días de abril y consistió en el empapelado de las paredes de la ciudad, con carteles alusivos al bicentenario en los cuales aparece el mapa de América Latina y una leyenda que dice: “Bolívar, padre de la rebeldía americana”.
Otra de las actividades llevadas a cabo por los comandos comunicacionales durante el mes pasado, radicó en el despliegue de una serie de murales que reproducen obras pictóricas pertenecientes al reconocido artista de calle español, conocido como “el niño de las pinturas”, actualmente enjuiciado por las autoridades de su país en razón de haber extendido sus dibujos en espacios públicos.
Tal como ha quedado graficado en el caso de dicha actividad, el plan de guerrilla comunicacional no es más que un proyecto surgido con el objeto de abrir el debate necesario en el ámbito público. Sin embargo, esta iniciativa no emerge en forma aislada sino que forma parte de la famosa “batalla de ideas”, iniciada hace ya largo tiempo e inspirada en el modelo socialista cubano. Asimismo, en Cuba son los “pioneros” quienes comienzan este proceso de formación, participación y concientización política, también desde las aulas escolares.
Al respecto, en una entrevista realizada a periodistas de la emisora ALBA, perteneciente al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, se afirma que los proyectos públicos venezolanos de comunicación se empeñan en activar la conciencia cotidiana de la comunidad subscribiendo, al “eje vertical y central de toda la línea que es la batalla de las ideas”. Y añaden: “Somos soldados y combatientes de esa batalla en el marco de profundizar el nivel de conciencia y de debate, eso implica hacer un gran esfuerzo, subir los niveles de politización de la gente que nos escucha. Hoy estamos desde la trinchera del ministerio, pero en la calle estamos en la trinchera con los medios y por el otro lado estamos en la trinchera de la formación. Nosotros coincidimos plenamente con que la batalla esencial en este momento es la de las ideas, y eso significa darle con todo al enemigo en el terreno de las ideas, el debate y la argumentación científica” (www.albaciudad96.org).
Por su parte, el presidente Hugo Chávez Frías se manifestó esta semana en contra del canal Globovisión por "transmitir mensajes en defensa de la propiedad privada" y declaró que impulsará la producción de "telenovelas socialistas" acordes con los valores bolivarianos de cambio social. Pero la necesidad de construir una versión alternativa a la propagada desde la perspectiva hegemónica no es algo nuevo en Venezuela (ni en los países latinoamericanos, en general). De hecho, hace ya seis años del lanzamiento de la empresa multiestatal Telesur (nueva Televisión del Sur) conformada por Venezuela, Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Uruguay y Nicaragua. Esta cadena regional de noticias cuyo eslogan advierte “nuestro norte es el sur”, no es más que otra herramienta tendiente a combatir el poder de las grandes corporaciones basándose en tres pilares fundamentales: informar, formar y recrear.
Por último, una reflexión acerca de la importancia de los comandos comunicacionales, en la voz del Director de Información y Coordinador de Medios del Partido Socialista Unido de Venezuela, David Medina, reafirma aquellos mismos principios y enfatiza en la importancia de que “el pueblo asuma el compromiso y sienta la obligación de contrarrestar la campaña de desinformación que se intenta con la creación de la guerrilla comunicacional, que además es una forma de educar a las personas sobre el funcionamiento y métodos de manipulación de los medios, permitiendo hacer el análisis crítico desde las bases, fomentando así la participación del colectivo en los procesos comunicacionales” (www.ubv.edu.ve).

El diario La Prensa y los “fundamentos de un buen gobierno”

Posted on Thursday, March 18, 2010 - 0 comments -


En las posimetrías del primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, líder de la fracción antipersonalista de la UCR, asumió la presidencia de la nación, secundado en la vicepresidencia por Elpidio González, jefe de policía durante el caducado gobierno. Hete aquí, la mirada del diario La Prensa acerca de la gestión del gobierno saliente y las implicancias que traería aparejada “la transmisión del bando”, efectuada un 12 de octubre de 1922.


La coyuntura política: “azules” vs. “grises”

Si bien Marcelo T. de Alvear pertenecía al mismo partido que el removido mandatario y pese a que el entrante presidente contó con el apoyo del propio Yrigoyen, al interior de la Unión Cívica radical (UCR) se habían conformado dos líneas políticas opuestas: la fracción personalista conocida como los “grises”, que apoyaba la gestión de gobierno de Yrigoyen y la antipersonalista o “azules”, encabezada por Marcelo T de Alvear.

La diferencia entre ambos segmentos políticos radicaba en sus distintas bases de sustentación social: Yrigoyen contaba mayormente con el apoyo de los sectores medios de la sociedad; Marcelo T. de Alvear, en cambio, pertenecía a la elite porteña y en razón de su cargo como embajador en Francia se había ausentado del país y permanecido ajeno al predominio político en el seno de la UCR. Por ende, la influencia de Yrigoyen continuaría teniendo un peso importante en el seno del partido y Elpidio González, un hombre de su plena confianza, le aseguraría cierta concertación de poder.

No obstante, ambos gobiernos no sólo distaron de semejarse sino que además, la disputa entre los bandos personalistas-antipersonalistas obstaculizó el cumplimiento de los objetivos políticos impulsados tanto por uno como por el otro grupo.


La concepción política de La Prensa acerca de la administración publica

Durante la semana previa a las elecciones, el diario La Prensa manifestó su preocupación acerca de "los fundamentos de un buen gobierno" e indicó que, en las democracias y en las repúblicas que practican el régimen representativo, aquella elección de hombres constituía un acto “fundamental”. (La Prensa, 09/10/1922).

Si bien el matutino exhibía su “esperanza” en que la nueva gestión de gobierno le devolvería al país la “política de respeto, de armonía, de tolerancia, iniciada en 1910, de concordancia estricta con las disposiciones legales y constitucionales, de estímulo para todas las manifestaciones saludables del progreso público, de garantía para el ejercicio de todos los derechos políticos, de elevación del concepto de los partidos cívicos” que –sostenía- habían “desaparecido totalmente bajo el último período gubernativo”, consideraba además que, los asuntos políticos debían quedar en manos de profesionales ilustrados: “Elegir hombres para llenar con ellos las funciones del gobierno es una de las cosas más difíciles, y por ser tal sabiduría, los aciertos revelan por la suma de habilidad, de tino, de cordura en el Presidente que los eligiera, una capacidad especial, de gran merecimiento en todo hombre de Estado”. (La Prensa, 09/10/1922).

Así, La Prensa se refirió con cierto optimismo al recambio presidencial no tanto por el ala partidaria que arribaba al poder sino, sobre todo, en razón de la que lo desertaba: “Hoy termina el período presidencial iniciado el 12 de octubre de 1916, período que marcó varios de los momentos más duros, en los últimos tiempos, para las instituciones públicas”. El gabinete político de Alvear, quien había ganado con el 47,5 por ciento de los votos, sería desde la perspectiva de La Prensa el encargado de “reconstruir todo lo que ha sido destruido, y sobre todo, hacer del gobierno lo que debe ser, función legal de clara comprensión, de ecuanimidad y rectitud en los medios y en los fines”. (La Prensa, 12/10/1922).


El balance de La Prensa acerca del período yrigoyenista

El día de la contienda electoral, el matutino de José C. Paz, publicó una serie de análisis y reflexiones acerca del período presidencial de Yrigoyen en los cuales culpó a los responsables del “fracaso” de la etapa de gobierno que terminaba: “Los decires más generalizados indican que el fracasado en el período, es el señor Yrigoyen, y nadie más; pero es un error. Como el ‘señor’ Yrigoyen se va, a los políticos les parece fácil colgarle el sombrerito y hacerlo único responsable de los malos sucesos: de que la saludable evolución iniciada en 1912 haya sido perturbada con pasiones de odio y preferencias de grupos; de los atropellos personalistas, de las burlas a la constitución; de un visible desequilibrio en el juego regular de los poderes institucionales, que todos hemos observado. Pero nosotros no estamos conformes con esa opinión ni dispuestos a subscribir a un juicio semejante. El desprestigio que comporta el fracaso, corresponde por igual al Presidente, a sus ministros, al partido que lo elevó y que luego se desorganizó huyendo del cumplimiento severo de sus deberes de control y de verificación de credo y principios sustentados; del Congreso que llegó a tolerar que la amenaza entre en el recinto, en sus maneras de actuar como colegisladores. Y ahora son responsables muchos miembros del poder judicial por omisiones unos, y otros por haber aceptado papeles regeneradores políticos a espaladas de textos legales”. (La Prensa, 12/10/1922).

Las principales críticas de La Prensa a la administración de Yrigoyen radicaron en las veinte intervenciones federales producidas en doce provincias, la concentración de medidas y disposiciones emanadas desde el poder ejecutivo y las “irregularidades” en el gasto público.

Dichas intervenciones se habían implementado en razón de haber devenido fraude en las elecciones provinciales. Aquello –sostenían los radicales personalistas- negaba el derecho de autodeterminación de los pueblos pues mantenía en el poder a gobernadores ilegítimos. Pero además, garantizaba al radicalismo representatividad en las provincias, en las que hasta el momento de las intervenciones, era minoritario. Sin embargo, tanto en el gobierno de Alvear como en los que le sucedieron, el radicalismo logró el triunfo de sus candidatos en la mayor parte de las provincias intervenidas.

Al respecto, La Prensa entendía que con el “imperio de la intervención” se había producido un “yerro gravísimo e injustificable” que violaba los principios institucionales puesto que sólo cinco de ellas habían contado con la aprobación del Congreso Nacional (donde el radicalismo no era mayoritario): “No hay memoria desde que el país se organizó constitucionalmente hasta hoy, de que un gobierno haya transgredido con mayor empeño, violencia e insistencia, las cláusulas constitucionales que aseguran la autonomía política de las provincias y las que determinan las condiciones únicas en que es posible la intervención en ella del poder federal que el gobierno que hoy desaparece”. (La Prensa, 12/10/1922).

No obstante, es preciso aclarar que, según la Constitución Nacional, las intervenciones federales gozan de carácter legal pues tienen la finalidad de “garantir la forma republicana de gobierno, o repeler invasiones exteriores, y a requisición de sus autoridades constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen sido depuestas por la sedición, o por invasión de otra provincia”.

(Artículo Nº 6 de la Constitución Nacional de la República Argentina)

Dicho diario, también le reprendió al anterior gobierno, la “ineficacia administrativa” y el otorgamiento de préstamos a corto plazo que éste había efectuado como dispositivo de financiación del gasto público: “Financieramente no puede considerarse próspera la situación con que se encontró el gobernante que termina hoy su mandato del 12 de octubre de 1916. Pero si no era próspera tampoco era desastrosa. Se puede decir entonces que el mecanismo económico del país todavía no repuesto del sacudimiento de la guerra europea necesitaba el impulso viril que le imprimiera el movimiento acelerado de mejores tiempos. Esa debió ser la tarea de los nuevos gobernantes, pero éstos no lo entendieron así. El poder ejecutivo se redujo a dejar constancia de la forma en que recibió el tesoro y la administración pública y a protestar contra los gobiernos del régimen con palabras del más subido tono. Quizás llegase a pensar que la administración pública podía ser pagada con promesas y la administración de la deuda con declaraciones altisonantes sobre la nueva era que se iniciaba en oposición al pasado al que se atribuía la exclusividad de todos los errores perdiendo un tiempo precioso en buscar acusaciones que lanzar a los hombres y a los gobiernos del régimen. (…) Los sueldos de la administración comenzaron a ser pagados con préstamos a corto plazo contraídos bajo el apremio de las circunstancias y algunas veces bajo las condiciones más onerosas. Con préstamos a corto plazo se pagaron otros préstamos de igual índole, las amortizaciones de la deuda y los gastos fuera de presupuesto por acuerdos de gobierno en que se embarcó desde el primer momento el poder ejecutivo”. (La Prensa, 12/10/1922).

Por otra parte, dicho diario también apuntó contra la “voluntad providencial” del poder ejecutivo que “procuraba subordinarlo todo a sus decisiones.” Al respecto, reseñó: “Las exposiciones del pensamiento providencial lucha en formas esotéricas mezcladas de misterio, confusionismo, amenaza, imprecación partidaria. Sólo fueron aceptables para los que quisieron allanarse al logro de sus deseos o de sus ambiciones y esos allanamientos si señalan sacrificios espirituales y personales, quiebras de hombres en los cuales la opinión confiaba, son aparte de lo que significaban el orden de las personas, verdaderas pérdidas para la opinión por el ejemplo que sentaban. Se equivocaron, sin duda, y muy gravemente, pero no podían borrar los efectos en las masas de esas equivocaciones con los endosos y resonantes ataques de hoy”. (La Prensa, 12/10/1922).

El fuerte tinte antiyrigoyenista de dicho diario, también se expresó en el reproche acerca de la “falta de libertad de propaganda y de reunión.” “El gobierno personal que cifra su gloria en el mando, en el imperio, y no en el respeto de las fuerzas libres de la opinión. Y el gobierno personal, con sus apariencias de poder, es en realidad el más frágil de todos, porque asumiendo su jefe toda la responsabilidad atrae sobre sí todas las críticas, todas las censuras, todos los descontentos y todas las agresiones.” (La Prensa, 12/10/1922).

De esta manera, La Prensa daba a bienvenida al reciente presidente al que “sin prejuicio de apreciaciones” habría de “estudiar a medida que vaya produciendo actos” y se mantenía a la expectativa del “ignorado” estilo de conducción política: “(…) El día de hoy marca una fecha auspiciosa para las instituciones públicas argentinas. No podemos saber lo que viene adelante pero precisamente porque es desconocido corresponde abrigar la esperanza de que se abre un período presidencial que dará a las instituciones el brillo y la eficacia que ellas deben tener para presidir debidamente el concierto de las actividades morales y materiales de la Nación” y, a su vez, “concluye un período que marcó varios de los momentos más duros en los últimos tiempos, para las instituciones públicas”. (La Prensa, 12/10/1922).


En síntesis

En relación con los distintos modos de conducción que emergieron de las distintas fracciones partidarias gestadas lentamente al interior de la UCR, La Prensa, un periódico que desde su fundación -un 18 de octubre de 1869- ha conservado su vitalidad e influencia no sólo en nuestro país sino también en el resto del globo, se manifestó en oposición a las medidas desarrolladas durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. De esta manera, La Prensa expresó una fuerte preocupación “constitucionalista” por el manejo del poder en manos del ejecutivo y un marcado rechazo hacia la manera en que el gabinete de Yrigoyen administró las finanzas públicas.

Sin llegar a definir claramente su posicionamiento frente a los radicales antipersonalistas, dicho periódico prefirió esperar a que se iniciara la gestión de gobierno de quienes habían triunfado recientemente en las urnas, a través de la candidatura de Marcelo T. de Alvear-Elpidio Gonzáles. El comportamiento de La Prensa frente a la fase que se iniciaba consistió más en despotricar contra el “fracaso” del gobierno saliente y menos en hacer explícito juicio alguno sobre el gobierno venidero.

Hacen ya 4 años, 6 meses y 29 días de la desaparición de Jorge Julio López

Posted on Wednesday, March 17, 2010 - 0 comments -


La Nación y las elecciones de 1946

Posted on Monday, March 15, 2010 - 0 comments -

El 24 de febrero de 1946 se realizó el acto electoral que significó el primer de Juan Domingo Perón, quien por entonces era Vicepresidente de la Nación en un gobierno de facto que se había iniciado con el golpe de junio de 1943. En esta nota nos referiremos al seguimiento que de dicho acontecimiento político hizo el diario La Nación.

Las fuerzas en pugna
La escena política de los primeros meses del año 1946 fue ocupada por dos fracciones políticas que, formadas en los finales del año anterior, se enfrentaron en una prolongada contienda electoral que culminaría en el acto comicial del 24 de febrero: por un lado, el Partido Laborista (P.L.) y por el otro, la Unión Democrática (U.D.).
El primero de dichos agrupamientos, fue el resultado de una alianza entre la porción nacionalista del Ejército, los gremios y un sector perteneciente a la burguesía nacional con vistas hacia el mejoramiento de la actividad industrial e interesada, además, en agenciarse cargos en la futura administración. Dicha coalición se presentó a las elecciones con la fórmula Juan Domingo Perón - Hortensio Quijano. Cabe consignar que aunque el partido que llevaba la candidatura de Perón era el Laborista, en aquel primer “frente” creado por el entonces Vicepresidente, se agruparon, además de este partido, el Partido Independiente -conservador- y la UCR -Junta Renovadora, fracción a la que pertenecía el candidato a Vice.
El frente electoral nucleado en la Unión Democrática, mientras tanto, articulaba a una heterogeneidad de partidos: la Unión Cívica Radical (UCR), el Partido Socialista (PS), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Comunista (PC), quienes se alinearon detrás de las candidaturas de José Tamborini y Enrique Mosca. Es muy conocido el ferviente respaldo del embajador norteamericano, Spruille Braden, a este agrupamiento.
¿Cómo siguió el proceso eleccionario el diario La Nación?


La Nación cuenta los votos
Si bien los comicios se sucedieron el 24 de febrero, recién el jueves 5 de abril de 1946 se supo con certeza el resultado oficial de las elecciones.
Durante el transcurso de los inciertos cuarenta días en los que se extendió el recuento y corroboración de las boletas, el diario La Nación brindó información pormenorizada acerca de lo que iba acaeciendo en cada una de las provincias, así como también, sobre los resultados parciales en la Capital Federal.
La “mirada desde arriba” de los acontecimientos de La Nación, un periódico fundado como “Tribuna de doctrina” por Bartolomé Mitre allá por 1870, ponía de manifiesto, en primer término, una preocupación por la manera en que se llevó a cabo el cumplimiento de los procedimientos electorales. Con cierto atisbo de republicanismo, remarcó una por una, las irregularidades producidas en las mesas escrutadas. El 1 de marzo de 1946, por ejemplo, el matutino dio cuenta de que luego del examen y posterior revisión realizada por la Junta Escrutadora Nacional (J.E.N.) se produjo la anulación de seis de las mesas observadas lo que significaba que “en las provincias los resultados no coincidían en muchas partes”. El diario de los Mitre informaba aquel día que varias de las mesas escrutadas habían sido objetadas, entre otras cuestiones, por: “(…) falta de sellos y lacres en la tapa, no coincidencia entre el número de sobres y el de votos emitidos, falta de actas, boletas sueltas, por no ser clara la escritura del acta, por falta de tapabocas, acta de apertura y de cierre del comicio labradas en papel distinto del formulario oficial (…)”.
En cuanto al relevamiento de los resultados electorales, se puede decir que La Nación realizó un tratamiento medianamente equilibrado. Ello puede observarse en la similar proporción de información relativa a ventajas y desventajas de cada uno de los dos partidos enfrentados. “En Santiago del Estero acentuóse más la mayoría laborista”; “A última hora Tamborini logró descontar la ventaja adversa”; “Se mantiene en la delantera el P.L. en La Rioja”; “San Luís ha dado a la unidad sus diez electores”; “Santa Fe comenzó con ventaja para Perón-Quijano”; “Con gran mayoría para Tamborini se inició Corrientes”; “En los cómputos de San Juan Perón pasó a la cabeza”.
(La Nación, 01/03/1946, pág. 1).
Sin embargo, no dejó de mostrar sus simpatías por la Unión Democrática, a cuyos candidatos, denominaba “candidatos de la democracia”. Así, en la portada del 1 de marzo tituló: “Los candidatos de la democracia ganan en Mendoza”
Los resultados comenzaron a perfilar algunas tendencias, y el periódico, fiel a su prédica de objetividad, no los ocultó: en la tapa del 3 de marzo indicaba: “San Juan dio sus 10 electores a la U.D.”; y “El laborismo ganó por 16.226 votos en Santiago del Estero”. Del mismo modo, en la edición del 5 de marzo la portada del matutino mostró los siguientes titulares: “En Corrientes Tamborini-Mosca siguen adelante pero continúa el laborismo en diputados”; y “En 7 distritos se siguió escrutando” complementaria a: “La fórmula Perón-Quijano aumentó considerablemente su ventaja en esta capital”.
El 7 de marzo de 1946, en relación a la temática electoral sólo se observa una referencia: “Sigue en ventaja en Corrientes la U.D.” Lo mismo sucede al día siguiente en que se informa: “Continuó triunfando en la capital la fórmula presidencial laborista.” (La Nación, 08/03/1946, pág. 1).
El periódico siguió brindando información de esta índole hasta que, finalmente, el 5 de abril de 1946 se dieron a conocer los ya definitivos resultados de la batalla electoral: 1.478.372 (un millón cuatrocientos setenta y ocho mil trescientos setenta y dos) para la fórmula Perón-Quijano y 1.211.660 (un millón doscientos once mil seiscientos sesenta) para la alianza Tamborín-Mosca. Al respecto, La Nación del 5 abril decía: “En una gran concentración el Partido Laborista celebró el triunfo de sus candidatos.”

Tribuna de doctrina

Luego de conocerse los resultados finales de los comicios, el medio gráfico se mantuvo fiel al lema instituido por su creador, Mitre, quien en la primera editorial había indicado que La Nación era un “puesto de combate” y sería una
“tribuna de doctrina”. (La Nación, 04/01/1870).
Precisamente, su percepción de los hechos quedó naturalmente expresada en la editorial publicada el
9 de abril de 1946 en La Nación reconocía el triunfo de los sectores que habían logrado superioridad numérica de votos y subrayaban la necesidad de establecer el orden institucional.
De esta suerte, opinaban:
“La victoria pertenece, naturalmente, a la mayoría; pero el porcentaje de votos -55% y 45% - merece ser considerado desde el punto de vista de los sentimientos del pueblo y del gobierno de la Nación. Según se ve, no se trata de un veredicto unánime en pro de un candidato, lo cual no ha de ser deseable en ningún instante de nuestra historia, por los inconvenientes que trae aparejados la uniformidad. Se ha señalado una masa de ciudadanos, cercana a la mitad del electorado, que ha mostrado su disidencia con la candidatura triunfante. Ello se ha producido a pesar de la carencia de garantías durante la campaña electoral en la cual los actos de violencia no eran contenidos por la autoridad. Pero puede prescindirse de este asunto para limitar las observaciones a la apreciación de la responsabilidad del nuevo gobierno que ha de poner término, en breve, al estado de anormalidad constitucional en que nos encontramos desde junio de 1943”.
(La Nación, 09/04/1946, pág. 4).
A modo de conclusión, el medio hacía hincapié en la importancia que constituía para el país la preservación de las reglas de juego de la democracia liberal y solicitaba al entrante magistrado su compromiso con el cumplimiento de los preceptos estipulados en la Constitución Nacional:
“(El) Presidente de los argentinos, según hemos dicho y el mismo lo ha recordado, deberá velar por la observancia de los principios de la democracia y, en consecuencia, por los derechos de todos. Hay en la Nación, y queremos creer que no tan sólo en el 45% de los electores que votaron por el candidato vencido, el anhelo de que se desvanezca el temor de que haya un retroceso tratándose de las garantías constitucionales, a causa de que aún no ha sido levantado el estado de sitio. El deseo vehemente es que todos los partidos –los que se hallan en el poder y los del llano– olviden sus diferencias siempre que está en juego el acervo de nuestros mayores. La Argentina se ha hecho grande bajo la égida de la Constitución sancionada por los próceres de 1853 y 1860, y es alrededor de ella que debe haber una misión perfecta (…). (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).

Perón y La Nación
La Nación no escatimó información en torno a los festejos por el triunfo. En sus páginas encontramos que el día en que se conoció el triunfo de la fórmula Perón-Quijano, se realizaron tres concentraciones simultáneas en las plazas de Constitución, Once y Retiro, que se unificaron posteriormente en la denominada “Marcha de la Independencia y de la Justicia Social”. Al cierre de los festejos, Perón (y otros dirigentes de su agrupamiento político) hablaron al conjunto de la sociedad. Perón pronunció un discurso desde un balcón erigido sobre la Av. Roque Sáenz Peña y Cerrito, en el cual reafirmó su compromiso frente la responsabilidad que debía asumir como Jefe de Estado y se dirigió especialmente hacia sus ‘descamisados’:
“Conciudadanos: Estoy profundamente emocionado por esta magnifica demostración que el pueblo argentino realiza a su magnifica victoria del 24 de febrero. Como siempre, el corazón argentino ha de repetir hoy que la victoria no da derechos sino que crea obligaciones. Como tal me siento obligado más que nunca, y yo que jamás en mi campaña he prometido nada hoy juro solemnemente ante el pueblo que no he de descansar ni de día ni de noche para hacerlo feliz en la medida de nuestras fuerzas. Llevamos hoy y como siempre, el signo de nuestra causa. Somos y seguiremos siendo ‘descamisados’. Para que no olvidemos jamás nuestra obligación con ese pueblo, también ‘descamisado’, que espera y siente como nosotros. Por eso, desde esta memorable Plaza de la República abrazo sobre mi corazón a todos
los ‘descamisados’ de la patria”. (La Nación, el 05/04/1946).
Pero aquí, el periódico no podía dejar de sentar su posición contraria al peronismo, respondiendo al discurso del líder justicialista, con marcados aires antiperonistas:
“Son los antecedentes históricos los que dan la evidencia de la injusticia que habría en juzgarnos tan sólo por las turbas vandálicas que en 1945 alteraron la tranquilidad de la metrópoli y otras ciudades. Es menester substraerse, en cierta proporción por lo menos, a los recuerdos recientes, para reafirmar la verdad de que no han desaparecido los valores de nuestra estirpe.
(…) El sector mayoritario compuesto en su mayoría por hombres nuevos, dará cuenta de su situación, comprendiendo, seguramente, que la superioridad del número no está reñida con los fueros de la razón y de la libertad, y que la posesión de la verdad no es monopolio de nadie (…). (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).
En su alegato, Perón también había instado a la unión de todos los argentinos bajo la bandera del peronismo y a “olvidar” a aquellos que en un momento de extravío hayan “olvidado a nuestra bandera para cobijarse en otra”:
“Olvidemos y perdonemos a los que nos han agraviado, a los que han mentido a la Nación, a los que han fragmentado, a los que han delinquido por sus pasiones y digámosles que desde hoy en adelante nosotros velamos también por ellos. (…) Pero digámosles también que tenderemos esta mano generosa a los vencidos, pero que recordaremos a aquellos que no sepan cumplir con la hermandad que les ofrecemos. (…) Y ahora, a todos los que han colaborado en la estructuración de esta magnifica realidad presente, les he de dar un consejo y de dar un pedido: que se unan los peronistas de toda la república”. (La Nación, el 05/04/1946).
Simultáneamente, el diario La Nación interpelaba a los sectores de poder que habían salido desfavorecidos en los resultados electivos y les llamaba a “ocupar su puesto” en la arena política:
“En la jornada que se iniciará dentro de poco, los partidos opositores, previas la reorganización y depuración que les son indispensables, deberán ocupar su puesto, incluso los que han perdido toda representación en el congreso, porque al país no se lo sirve únicamente en los cargos electivos y en la administración. En las cámaras la oposición desempeñará la tarea de fiscalizar al Gobierno y de colaborar en el progreso general dentro de las normas constitucionales, con una conducta parecida a la de la ‘Oposición de su Majestad’ y del sector minoritario en el Parlamento de los Estados Unidos”. (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).

Breve conclusión
En suma, La Nación, un periódico que fue y actualmente continúa siendo uno de los diarios de mayor tirada del país, durante el período previo y posterior al triunfo de la fórmula Perón-Quijano, actuó de manera “balanceada” al publicar equivalente cantidad de noticias relativas a los dos grupos que se opusieron en las elecciones de 1946.
Sin embargo, el matutino expuso su lineamiento político conservador e interpeló a los sectores opositores al frente que se impuso en las elecciones dejando aflorar cierta dosis de descontento con el veredicto final de las urnas.

kafka

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El camino verdadero pasa por una cuerda que no está tendida
en lo alto sino sobre el suelo. Parece dispuesta más para hacer
tropezar que para que se la recorra.
F. Kafka

Alianzas y negociados entre Clarín y el sistema político

Posted on Monday, October 26, 2009 - 0 comments -



Los medios masivos de comunicación, formidables herramientas de formación de opinión pública y consentimiento social, se han convertido en requisito indispensable para la legitimación del sector político. Quienes ostentan el manejo de la información no sólo poseen el poder de constituir identidades sociales y de elaborar el tejido simbólico de la realidad sino que además, disponen de uno de los negocios de mayor rentabilidad habidos y por haber.
No obstante, la consolidación las grandes corporaciones informativas ha requerido desde su origen del tenaz cooperativismo de la clase gobernante. La alianza entre los grandes medios y el establishment político se ha plasmado a través de un mecanismo de negociación habitual a la hora de la toma de decisiones: el lobby.
Dicha tendencia resultó evidente sobre todo durante los noventa, años que marcaron el definitivo retraimiento de los Estados Nacionales y la reconfiguración de las reglas de juego con las que se venía manejando el sistema comunicativo. El sector de la información y la comunicación se cristianizó como el nuevo sitio hacia el que se orientaría la economía mundial.
Un claro ejemplo de ello constituye el comportamiento que ha mantenido
Clarín desde su fundación por Roberto Noble, un 28 de agosto de 1945, hasta la actualidad.
Paradójicamente, en su primer editorial el matutino argentino declaraba que no tenía ningún tipo de vinculaciones con las agrupaciones políticas tradicionales. No obstante, ha sido públicamente conocido que, por aquel entonces,
el hermano de Noble se presentaba como candidato a diputado por la Unión Democrática, alianza electoral entre los partidos Demócrata Progresista, Socialista, Comunista y Radical finalmente derrotada por Perón con 1.527.231 votos (55%) contra 1.207.155 votos de la fórmula Tamborini-José Mosca.
Tal es así que al día siguiente de la movilización del 17 de octubre de 1945, hito en la historia del movimiento peronista, Clarín no publicó su edición diaria.
Luego del transcurso de los tres períodos de gobiernos de Juan Domingo Perón, tiempos en que Clarín mantuvo firmemente su línea editorial opositora, provino una época en la que el rotativo de mayor tirada de la Argentina brindó apoyo al gobierno dictatorial de Jorge Rafael Videla.
Dicho respaldo quedó expresado en la publicación del 25 de marzo de 1976 en la que puede leerse: “Favorable repercusión tuvo en el exterior la asunción por parte de la Junta Militar del gobierno de la Nación. Quizá el mejor indicador se reflejó en el mercado de cambios de Montevideo donde el peso argentino experimentó ayer un alza del 15% con respecto a la jornada anterior".
La alianza entre el gobierno de facto y el medio gráfico fortaleció sus cimientos en 1977, luego de la expropiación por la Comisión Nacional de Recuperación Patrimonial (CONAREPA) de los bienes del Grupo Griver que, luego de la dudosa muerte de David Griver habían quedado en manos de su familia. Griver había sido sospechado de lavado de dinero perteneciente a la organización Montoneros y un buen día, más precisamente el 6 de agosto de 1976, el avión en el que viajaba estalló mientras volaba.
De esta manera, ambos sectores se repartieron las acciones de Papel Prensa S.A.: 75% para Clarín, La Nación y La Razón (que posteriormente traspasó sus activos a Clarín) a cambio del desembolso de ocho millones de dólares; y el 25% restante para Estado que, además de financiar a las corporaciones mediáticas mediante préstamos del Banco Nacional de Desarrollo, subsidió el consumo eléctrico de la Sociedad y elevó las tarifas para la importación de papel en un 48%.
La monopolización de dicho negocio permitió a sus propietarios el manejo discrecional en la fijación de los precios del papel que han mantenido desde aquel entonces y le proporcionó además, ventajas competitivas las cuales influyeron no sólo en el mayor nivel de ventas obtenido sino también en el redireccionamiento de los lectores que, tarde o temprano se fueron alineando hacia las filas del matutino de mayor llegada del país.
Ya por 1980, cuando el sustento del régimen militar comenzabó a mostrarse más frágil, Clarín empezaría a adoptar una postura menos colaboracionista y a centrar sus cuestionamientos en asuntos de índole económica sin por ello vulnerar el pacto de silencio en relación con la situación transcurrida durante la guerra de Malvinas que terminó de quebrar el ya maltrecho gobierno militar de Leopoldo Fortunato Galtieri.
La porosidad entre los medios y los gobiernos se ha expresado en la formulación de toda clase de presiones cabalmente manifestadas durante los procesos legislativos trabados en los gobiernos de Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando De la Rúa (1999-2001) que tras sucesivos períodos de elaboración y discusión de anteproyectos a la cuestionada ley de radiodifusión 22.285 (recientemente reemplazada por la ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual), a causa de no conformar a los propietarios de las empresas de medios perdieron estado parlamentario y fueron condenados al olvido.
En el primero de los gobiernos mencionados ocurrió que, al interior de las unidades del Estado se configuraron dos tendencias enfrentadas encarnadas por un lado, en el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) que se propuso privatizar los medios, centralizar su administración y mercantilizar la información y por el otro, en la Secretaría de Información Pública (SIP) que sostuvo la necesidad de establecer una amplia intervención estatal y democratizar el funcionamiento del sistema audiovisual. Si bien entre ambos bandos no se logró llegar al más mínimo consenso, la principal causa del freno del anteproyecto emergido durante el gobierno de Alfonsín se debió al lobby asiduamente encabezado por Clarín.
En razón de una solicitud realizada por el por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN), la SIP elaboró un proyecto audiovisual enviado por el PEN al denominado Consejo de Consolidación de la Democracia (COCODE) y dado a conocer públicamente en 1987. Prontamente, dicha planificación se congeló y al año siguiente no constituyó más que un noble recuerdo.
Durante el transcurso de su debate, los funcionarios del COMFER asistieron a una serie de reuniones extraoficiales con los empresarios de Clarín en las que se decidió no afectar los intereses de dicha entidad. Así, el Proyecto COCODE sufrió notables modificaciones en favor de Clarín, inclinadas hacia las metas auspiciadas por el COMFER.
Se prescindió, por ejemplo, de la cláusula formulada en el proyecto de la SIP que prohibía a los medios gráficos involucrarse en el negocio de la radiodifusión; se abolieron los organismos de supervisión de la autoridad de aplicación, se desterraron las propuestas acerca de la creación de un canal público no gubernamental, se aumentó el tiempo permitido para la publicidad y la cantidad de licencias otorgadas, entre otros módulos de menor envergadura.
Lo mismo sucedió con las (ahora sí) reales tentativa del COMFER del gobierno de Fernando De la Rúa en cuanto a la reforma de la reglamentación vigente. La iniciativa de sancionar una nueva ley de radiodifusión fue aplacada por el propio presidente de la nación quien no estuvo dispuesto a enfrentarse al sector mediático pues aquello le hubiese acarreado un escenario poco conveniente para su usualmente endeble imagen pública.
La reticencia de Clarín y del Grupo ADMIRA (ex Telefónica Media de Telefónica de España) al recambio de normativa se expresó nuevamente en pequeños círculos en los que se decidió omitir el accionar regulatorio.
No obstante las mayores concesiones otorgadas por el gobierno al statu quo de los medios fueron, sin duda, las acaecidas en el período menemista en el cual, la categórica implantación de estrategias de liberalización implicó no sólo que las empresas hasta ese momento controladas por el Estado pasaran a manos privadas sino que, a la postre, entrañó la transferencia de parte de sus acciones a empresas foráneas.
Durante aquella pasmosa etapa de la historia argentina, el Estado no hizo más que acatar las demandadas encomendadas por el establishment mediático. Su accionar se caracterizó por dar un marco jurídico a los negocios que beneficiaban a los magnates de la comunicación y que precedentemente, se habían materializado.
Justamente, la reformas hechas a la ley 22.285 sucedidas en 1989 a través de la Ley de Reforma del Estado (Nº 23.696) no hicieron más que documentar el visto bueno a la concentración removiendo, por ejemplo, la cláusula que exigía a los licenciatarios poseer no más de tres licencias en distintas áreas de cobertura (más una en zona de frontera, una FM y un servicio complementario).
Dicha ordenanza, más conocida como Ley Dromi (en razón de haber sido firmemente impulsada por el Ministro de Obras y Servicios Públicos del mismo nombre) también ratificaba la conformación de conglomerados de medios de comunicación permitiendo además que sus permisionarios no estuviesen exclusivamente ligados al rubro informativo. Igualmente, el decreto-ley aprobaba la composición de sociedades extendidas
Así, se admitía la procurada vinculación del diario Clarín (amén de sus ramificaciones tales como el deportivo Olé, los diarios provinciales La Voz del Interior, de Córdoba y Los Andes, de Mendoza) con Artear S.A (productora de canal 13), Radio Mitre (AM), Cadena 100 y Gen 101.5 (FM).
En seguida, el Grupo Clarín adquirió los canales 8 y 10 de Mar del Plata (situados, a contramano de la legislación corriente, en el mismo área de cobertura) y la compañía de televisión por cable Multicanal.
Asimismo, el gobierno de Carlos Saúl Menem garantizó la privatización de toda empresa que diese pérdidas económicas (e incluso las que no las procurasen). Tal fue el caso de los canales 11 y 13 que, a principios de su gestión fueron resueltamente privatizados.
Más tarde, durante su segundo mandato (1995-1999), los negociados del sector audiovisual acabaron de potenciarse a través de la sanción del decreto 1005/99, que abrió las puertas al capital extranjero a los países con los cuales Argentina había convenido Tratados de Reciprocidad (es decir, EEUU que en 1994 había concertado un Tratado de Protección Recíproca de Inversiones con el gobierno argentino y que, con la reforma de la Constitución Nacional de ese mismo año adoptó el carácter de ley).
De este modo, el Grupo Clarín perteneciente a Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magneto, Lucio Pagliaro y José Aranda en un 82% volvió legal la compra del 18% de las acciones del holding por el banco norteamericano
Goldman Sachs S.A. luego de la crisis de la convertibilidad.
De igual forma se habilitó la transferencia de licencias, hecho que avaló la compra-venta de empresas (previamente efectuadas) y se autorizó igualmente la formación de cadenas así como la ampliación de la pauta publicitaria, mecanismo a través del cuál se financia la actividad mediática.
Sin olvidar que, hacia fines de 1997 el Grupo Clarín se había repartido con la ex CEI-Telefónica el 50% de Video Cable Comunicación (VCC), ya por 1999 el multimedio emprendió el negocio de la televisión satelital a través del lanzamiento de DirecTV.
Por su lado, el Estado en razón de las presiones ejercidas por el Grupo Clarín si bien no emitió reglamentación alguna para el servicio del Cable, sí lo hizo respecto de la teledifusión vía satélite mediante la sanción del Tratado de Reciprocidad Satelital con Estados Unidos por el cual DirecTv formalizó su alistamiento al negocio de la televisión por cable.
Durante el transcurso del 2006 el Grupo Clarín lograría eliminar a su principal competidor en dicho sector a través de la compra de Cablevisión, sumado al 20% del control de Supercanal y el 50% de la empresa Torneos y Competencias (TyC Sports) que, por esos años monopolizaban la emisión de partidos de fútbol.
Del período menemista el país también heredó la llamada Ley de Quiebras (Nº 24.522) que establecía una serie de pautas a seguir en casos de hundimientos empresariales. Dicho mecanismo fue completado durante el
período de gobierno de Eduardo Luis Duhalde (2001-2003) quien, en obediencia a las imposiciones del FMI, le añadió la cláusula conocida como de "cram down", la cual notificaba que los acreedores externos podrían cancelar deuda mediante la adquisición de empresas nacionales. En el marco de la crisis económico-política que sacudió al país de un extremo a otro, dicha disposición vendría a afectar enormemente al mayor a los medios locales tales como el Grupo Clarín que hacia fines de 2001 y principios de 2002 poseía una deuda de millones de dólares (contraída por las ya mencionadas compras de activos tales como Multicanal, Cablevisión, Fibertel etc.) que lograría volverse insignificante con la posterior pesificación de las deudas.
En consecuencia, dicho grupo salió a hacer campaña en pro de que las industrias culturales fuesen exceptuadas de la ley de quiebras.
En seguida, en julio de 2002, el asesinato de los piqueteros Maximiliano Kostequi y Darío Santillán adelantó las elecciones por lo que Duhalde no pudo sancionar ley alguna que respondiese al lobby de sus medios "amigos".
Debió ser el entrante presidente, Néstor Kirchner quien sancionara durante el 2005 la denominada Ley de Preservación de Bienes y Patrimonios Culturales (Nº 25.750) mayormente conocida como “Ley Clarín” la cuál indica que los bienes culturales deben ser nacionales.
No obstante, dicha orden también permite el 30% de existencias de capitales extranjeros salvo a los países con los que hay firmados Tratados de Reciprocidad con los cuales se permite ampliar dicho margen. De esta manera, el Estado asintió las deudas adquiridas por dicho Grupo.
En suma, la fórmula infalible a través del tiempo y de los gobiernos es la misma: El Estado cede beneficios económicos a los dueños de las compañías de Medios a cambio de la omisión de cuestionamientos políticos que pudieran afectarle. Así, ambos consiguen afianzar y acrecentar su propia cuota de poder.



documental clarin un toque de atencion video 2 5



Se aprobó señoressssss !!!

Posted on Tuesday, October 20, 2009 - 0 comments -


Luego de veintinueve años de la sanción de la 22.285 por el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla en 1980, pasando por la elaboración y cajoneo de diversos anteproyectos propuestos por el Comité “Federal” de Radiodifusión (COMFER) en los gobiernos de Alfonsín, De la Rúa y por varios proyectos enviados por algunos diputados durante la presidencia de Nestor Kirchner, el Senado de la Nación aprobó en general la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Durante el debate de dicha normativa, iniciado desde mayo de este año en distintos foros sociales y profesionales previo proceso de lucha por el reconocimiento de los veintiún puntos elaborados la Coalición por una Radiodifusión Democrática desde el 2004, los temas de discusión más polémicos acerca de la nueva reglamentación en materia de radiodifusión no fueron pocos.
Uno de ellos fue el relativo a la autarquía del órgano de control que en un principio se planteó integrado por cinco miembros (tres del Poder ejecutivo Nacional y dos en representación de la segunda y tercera minoría que sería elegida por una Comisión bicameral) y posteriormente se modificó a siete (dos directores nombrados por el Poder Ejecutivo; otros dos por el Consejo Federal, que designará un representante por las provincias y un académico, y otros tres que designará una comisión bicameral del Congreso, que elegirá a un director en representación de la primera minoría parlamentaria, uno por la segunda y otro por la tercera fuerza).
También fue motivo de discusión el artículo que preveía la incorporación de las empresas telefónicas al negocio de la radiodifusión, punto que iba a contramano de la desmonopolización de los medios y que finalmente fue eliminado del anteproyecto.
Otro aspecto controvertido fue la formulación del otorgamiento de diez licencias de radio y televisión (la 22.285 permitía hasta cuatro antes del decreto 1.005 sancionado durante la segunda presidencia de Carlos Menem que extendió dicha cifra a veinticuatro), módulo resueltamente aprobado.
Una importante medida que aún no se ha derogado es el decreto de "necesidad y urgencia" 527/05 sancionado por el gobierno de Kirchner que suspende el cómputo del vencimiento de las licencias por diez beneficiando a los vitalicios multimedios.
El conocimiento de las propuestas de dicha ley (más allá de la confrontación gobierno vs. Grupo Clarín, democracia vs. dictadura y de la plaga de discursos maniqueos difundidos por los medios implicados en dicha cuestión); el contraste de la misma con legislaciones de otros países que pasaron por experiencias similares; el encuadre del debate específicamente en la coyuntura nacional contemporánea y la participación en las discusiones referidas a dicha temática es fundamental para llenar de sentido la mencionada reformulación jurídica. La sanción de un decreto-ley no es más que un marco legal que avala hechos que se vienen dando o no, por eso es tan importante enmarcar históricamente a dicha medida. Su legitimidad pasará menos por la amplia mayoría con la que efectivamente fue aprobado el proyecto (44 votos a favor y 24 en contra) y más por la participación social movilizada en torno al asunto socialmente refrendado.