La Nación y las elecciones de 1946

Posted on Monday, March 15, 2010 - 0 comments -

El 24 de febrero de 1946 se realizó el acto electoral que significó el primer de Juan Domingo Perón, quien por entonces era Vicepresidente de la Nación en un gobierno de facto que se había iniciado con el golpe de junio de 1943. En esta nota nos referiremos al seguimiento que de dicho acontecimiento político hizo el diario La Nación.

Las fuerzas en pugna
La escena política de los primeros meses del año 1946 fue ocupada por dos fracciones políticas que, formadas en los finales del año anterior, se enfrentaron en una prolongada contienda electoral que culminaría en el acto comicial del 24 de febrero: por un lado, el Partido Laborista (P.L.) y por el otro, la Unión Democrática (U.D.).
El primero de dichos agrupamientos, fue el resultado de una alianza entre la porción nacionalista del Ejército, los gremios y un sector perteneciente a la burguesía nacional con vistas hacia el mejoramiento de la actividad industrial e interesada, además, en agenciarse cargos en la futura administración. Dicha coalición se presentó a las elecciones con la fórmula Juan Domingo Perón - Hortensio Quijano. Cabe consignar que aunque el partido que llevaba la candidatura de Perón era el Laborista, en aquel primer “frente” creado por el entonces Vicepresidente, se agruparon, además de este partido, el Partido Independiente -conservador- y la UCR -Junta Renovadora, fracción a la que pertenecía el candidato a Vice.
El frente electoral nucleado en la Unión Democrática, mientras tanto, articulaba a una heterogeneidad de partidos: la Unión Cívica Radical (UCR), el Partido Socialista (PS), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Comunista (PC), quienes se alinearon detrás de las candidaturas de José Tamborini y Enrique Mosca. Es muy conocido el ferviente respaldo del embajador norteamericano, Spruille Braden, a este agrupamiento.
¿Cómo siguió el proceso eleccionario el diario La Nación?


La Nación cuenta los votos
Si bien los comicios se sucedieron el 24 de febrero, recién el jueves 5 de abril de 1946 se supo con certeza el resultado oficial de las elecciones.
Durante el transcurso de los inciertos cuarenta días en los que se extendió el recuento y corroboración de las boletas, el diario La Nación brindó información pormenorizada acerca de lo que iba acaeciendo en cada una de las provincias, así como también, sobre los resultados parciales en la Capital Federal.
La “mirada desde arriba” de los acontecimientos de La Nación, un periódico fundado como “Tribuna de doctrina” por Bartolomé Mitre allá por 1870, ponía de manifiesto, en primer término, una preocupación por la manera en que se llevó a cabo el cumplimiento de los procedimientos electorales. Con cierto atisbo de republicanismo, remarcó una por una, las irregularidades producidas en las mesas escrutadas. El 1 de marzo de 1946, por ejemplo, el matutino dio cuenta de que luego del examen y posterior revisión realizada por la Junta Escrutadora Nacional (J.E.N.) se produjo la anulación de seis de las mesas observadas lo que significaba que “en las provincias los resultados no coincidían en muchas partes”. El diario de los Mitre informaba aquel día que varias de las mesas escrutadas habían sido objetadas, entre otras cuestiones, por: “(…) falta de sellos y lacres en la tapa, no coincidencia entre el número de sobres y el de votos emitidos, falta de actas, boletas sueltas, por no ser clara la escritura del acta, por falta de tapabocas, acta de apertura y de cierre del comicio labradas en papel distinto del formulario oficial (…)”.
En cuanto al relevamiento de los resultados electorales, se puede decir que La Nación realizó un tratamiento medianamente equilibrado. Ello puede observarse en la similar proporción de información relativa a ventajas y desventajas de cada uno de los dos partidos enfrentados. “En Santiago del Estero acentuóse más la mayoría laborista”; “A última hora Tamborini logró descontar la ventaja adversa”; “Se mantiene en la delantera el P.L. en La Rioja”; “San Luís ha dado a la unidad sus diez electores”; “Santa Fe comenzó con ventaja para Perón-Quijano”; “Con gran mayoría para Tamborini se inició Corrientes”; “En los cómputos de San Juan Perón pasó a la cabeza”.
(La Nación, 01/03/1946, pág. 1).
Sin embargo, no dejó de mostrar sus simpatías por la Unión Democrática, a cuyos candidatos, denominaba “candidatos de la democracia”. Así, en la portada del 1 de marzo tituló: “Los candidatos de la democracia ganan en Mendoza”
Los resultados comenzaron a perfilar algunas tendencias, y el periódico, fiel a su prédica de objetividad, no los ocultó: en la tapa del 3 de marzo indicaba: “San Juan dio sus 10 electores a la U.D.”; y “El laborismo ganó por 16.226 votos en Santiago del Estero”. Del mismo modo, en la edición del 5 de marzo la portada del matutino mostró los siguientes titulares: “En Corrientes Tamborini-Mosca siguen adelante pero continúa el laborismo en diputados”; y “En 7 distritos se siguió escrutando” complementaria a: “La fórmula Perón-Quijano aumentó considerablemente su ventaja en esta capital”.
El 7 de marzo de 1946, en relación a la temática electoral sólo se observa una referencia: “Sigue en ventaja en Corrientes la U.D.” Lo mismo sucede al día siguiente en que se informa: “Continuó triunfando en la capital la fórmula presidencial laborista.” (La Nación, 08/03/1946, pág. 1).
El periódico siguió brindando información de esta índole hasta que, finalmente, el 5 de abril de 1946 se dieron a conocer los ya definitivos resultados de la batalla electoral: 1.478.372 (un millón cuatrocientos setenta y ocho mil trescientos setenta y dos) para la fórmula Perón-Quijano y 1.211.660 (un millón doscientos once mil seiscientos sesenta) para la alianza Tamborín-Mosca. Al respecto, La Nación del 5 abril decía: “En una gran concentración el Partido Laborista celebró el triunfo de sus candidatos.”

Tribuna de doctrina

Luego de conocerse los resultados finales de los comicios, el medio gráfico se mantuvo fiel al lema instituido por su creador, Mitre, quien en la primera editorial había indicado que La Nación era un “puesto de combate” y sería una
“tribuna de doctrina”. (La Nación, 04/01/1870).
Precisamente, su percepción de los hechos quedó naturalmente expresada en la editorial publicada el
9 de abril de 1946 en La Nación reconocía el triunfo de los sectores que habían logrado superioridad numérica de votos y subrayaban la necesidad de establecer el orden institucional.
De esta suerte, opinaban:
“La victoria pertenece, naturalmente, a la mayoría; pero el porcentaje de votos -55% y 45% - merece ser considerado desde el punto de vista de los sentimientos del pueblo y del gobierno de la Nación. Según se ve, no se trata de un veredicto unánime en pro de un candidato, lo cual no ha de ser deseable en ningún instante de nuestra historia, por los inconvenientes que trae aparejados la uniformidad. Se ha señalado una masa de ciudadanos, cercana a la mitad del electorado, que ha mostrado su disidencia con la candidatura triunfante. Ello se ha producido a pesar de la carencia de garantías durante la campaña electoral en la cual los actos de violencia no eran contenidos por la autoridad. Pero puede prescindirse de este asunto para limitar las observaciones a la apreciación de la responsabilidad del nuevo gobierno que ha de poner término, en breve, al estado de anormalidad constitucional en que nos encontramos desde junio de 1943”.
(La Nación, 09/04/1946, pág. 4).
A modo de conclusión, el medio hacía hincapié en la importancia que constituía para el país la preservación de las reglas de juego de la democracia liberal y solicitaba al entrante magistrado su compromiso con el cumplimiento de los preceptos estipulados en la Constitución Nacional:
“(El) Presidente de los argentinos, según hemos dicho y el mismo lo ha recordado, deberá velar por la observancia de los principios de la democracia y, en consecuencia, por los derechos de todos. Hay en la Nación, y queremos creer que no tan sólo en el 45% de los electores que votaron por el candidato vencido, el anhelo de que se desvanezca el temor de que haya un retroceso tratándose de las garantías constitucionales, a causa de que aún no ha sido levantado el estado de sitio. El deseo vehemente es que todos los partidos –los que se hallan en el poder y los del llano– olviden sus diferencias siempre que está en juego el acervo de nuestros mayores. La Argentina se ha hecho grande bajo la égida de la Constitución sancionada por los próceres de 1853 y 1860, y es alrededor de ella que debe haber una misión perfecta (…). (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).

Perón y La Nación
La Nación no escatimó información en torno a los festejos por el triunfo. En sus páginas encontramos que el día en que se conoció el triunfo de la fórmula Perón-Quijano, se realizaron tres concentraciones simultáneas en las plazas de Constitución, Once y Retiro, que se unificaron posteriormente en la denominada “Marcha de la Independencia y de la Justicia Social”. Al cierre de los festejos, Perón (y otros dirigentes de su agrupamiento político) hablaron al conjunto de la sociedad. Perón pronunció un discurso desde un balcón erigido sobre la Av. Roque Sáenz Peña y Cerrito, en el cual reafirmó su compromiso frente la responsabilidad que debía asumir como Jefe de Estado y se dirigió especialmente hacia sus ‘descamisados’:
“Conciudadanos: Estoy profundamente emocionado por esta magnifica demostración que el pueblo argentino realiza a su magnifica victoria del 24 de febrero. Como siempre, el corazón argentino ha de repetir hoy que la victoria no da derechos sino que crea obligaciones. Como tal me siento obligado más que nunca, y yo que jamás en mi campaña he prometido nada hoy juro solemnemente ante el pueblo que no he de descansar ni de día ni de noche para hacerlo feliz en la medida de nuestras fuerzas. Llevamos hoy y como siempre, el signo de nuestra causa. Somos y seguiremos siendo ‘descamisados’. Para que no olvidemos jamás nuestra obligación con ese pueblo, también ‘descamisado’, que espera y siente como nosotros. Por eso, desde esta memorable Plaza de la República abrazo sobre mi corazón a todos
los ‘descamisados’ de la patria”. (La Nación, el 05/04/1946).
Pero aquí, el periódico no podía dejar de sentar su posición contraria al peronismo, respondiendo al discurso del líder justicialista, con marcados aires antiperonistas:
“Son los antecedentes históricos los que dan la evidencia de la injusticia que habría en juzgarnos tan sólo por las turbas vandálicas que en 1945 alteraron la tranquilidad de la metrópoli y otras ciudades. Es menester substraerse, en cierta proporción por lo menos, a los recuerdos recientes, para reafirmar la verdad de que no han desaparecido los valores de nuestra estirpe.
(…) El sector mayoritario compuesto en su mayoría por hombres nuevos, dará cuenta de su situación, comprendiendo, seguramente, que la superioridad del número no está reñida con los fueros de la razón y de la libertad, y que la posesión de la verdad no es monopolio de nadie (…). (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).
En su alegato, Perón también había instado a la unión de todos los argentinos bajo la bandera del peronismo y a “olvidar” a aquellos que en un momento de extravío hayan “olvidado a nuestra bandera para cobijarse en otra”:
“Olvidemos y perdonemos a los que nos han agraviado, a los que han mentido a la Nación, a los que han fragmentado, a los que han delinquido por sus pasiones y digámosles que desde hoy en adelante nosotros velamos también por ellos. (…) Pero digámosles también que tenderemos esta mano generosa a los vencidos, pero que recordaremos a aquellos que no sepan cumplir con la hermandad que les ofrecemos. (…) Y ahora, a todos los que han colaborado en la estructuración de esta magnifica realidad presente, les he de dar un consejo y de dar un pedido: que se unan los peronistas de toda la república”. (La Nación, el 05/04/1946).
Simultáneamente, el diario La Nación interpelaba a los sectores de poder que habían salido desfavorecidos en los resultados electivos y les llamaba a “ocupar su puesto” en la arena política:
“En la jornada que se iniciará dentro de poco, los partidos opositores, previas la reorganización y depuración que les son indispensables, deberán ocupar su puesto, incluso los que han perdido toda representación en el congreso, porque al país no se lo sirve únicamente en los cargos electivos y en la administración. En las cámaras la oposición desempeñará la tarea de fiscalizar al Gobierno y de colaborar en el progreso general dentro de las normas constitucionales, con una conducta parecida a la de la ‘Oposición de su Majestad’ y del sector minoritario en el Parlamento de los Estados Unidos”. (La Nación, 09/04/1946, pág. 4).

Breve conclusión
En suma, La Nación, un periódico que fue y actualmente continúa siendo uno de los diarios de mayor tirada del país, durante el período previo y posterior al triunfo de la fórmula Perón-Quijano, actuó de manera “balanceada” al publicar equivalente cantidad de noticias relativas a los dos grupos que se opusieron en las elecciones de 1946.
Sin embargo, el matutino expuso su lineamiento político conservador e interpeló a los sectores opositores al frente que se impuso en las elecciones dejando aflorar cierta dosis de descontento con el veredicto final de las urnas.

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