¿Encontraría algo abierto? De seguir demorándome en la casa de Mayelín, la señora que me arrendaba durante esos días en Cienfuegos, probablemente terminara pidiéndole que me preparase algo. Pero otra vez se me había pasado la hora.
Es que en Cuba la gente sale del trabajo a las cuatro de la tarde (a partir de las cinco empieza a caer el sol y al cabo de una hora ya no se ve nada), se cena a eso de las seis y entre las nueve y las diez de la noche los cubanos están ya bien guardados en el sobre.
Pero eran las siete (¡y eso era terrible!) por lo que me quedaban pocas opciones: molestar a Mayelín, salir a las corridas rogando que aún le quedara algo al puestito de los sándwiches de jamón, o merodear por ahí en busca de algún golpe de suerte o algo por el estilo.
Ciudad estilo colonial, Cienfuegos resulta un sitio ideal para dejarse llevar por las encrucijadas de la noche, así que no había mucho que premeditar: tres cuadras hasta El Prado, la avenida principal de dicha provincia, y caminar…andar sin nada en la cabeza (ni en el estómago).
-¿Qué tú buscas, cariño? Tenemos gourmet de cerdo, langosta, pollo frito, fideos con queso… - dijo la voz de la redención.
- Quiero algo para llevar- dije pensando en lo mucho que detesto cenar sola, más aún en restaurantes que, para colmo cobran en C.U.C., el peso convertible cubano.
- Te puedo ofrecer Pizza en porciones individuales, a cinco pesos cubanos o diez con cebolla…
Escogí la de cebolla y en eso, se largó. Mientras esperaba que pasara el “chubasco”, (lo que en Argentina acostumbramos llamar “chaparrones”) reparé en que estaba comiendo por $1 argentino y pedí otra, esta vez sólo de queso.
- ¿Y esa fila? -le dije a la señora gritona del parador.
- ¿Aquella? Para el cine, hoy dan una de risa: “El cuerno de la abundancia”, dicen que es entretenida.
Reconozco que, o bien de puro prejuiciosa o bien por no ser una gran amante de las comedias, estuve a punto de seguir camino al Malecón. Pero no, de curiosa nomás, entré.
Claro (después caí) “entretenimiento” en cuba dista mucho de significar lo que la industria cultural entiende por ello. La concepción cubana comprende a la cultura a modo de herramienta educativa y recreativa, recíprocamente (no como mera mercancía). Ésta, constituye una de las mayores prioridades del sistema de gobierno cubano y (hay que decirlo) mantiene, en este sentido, un desarrollo de avanzada en relación con el resto del mundo.
Dirigida por Juan Carlos Tabío, la película es una coproducción Cubana-Española que logra mostrar con una pizca de humor y cierto trasfondo penoso esos pequeños detalles de la cotidianeidad que se acostumbra a pasar por alto, sobre todo en medio del revuelo generado en Caraguey, un pequeño pueblito de Cienfuegos, luego de la repercusión que generó la fenomenal noticia acerca de que 25.000 habitantes de apellido “Castiñeyra” podrían llegar a cobrar una herencia millonaria.
Ambientado en la actualidad, el filme es una historia bastante “real” que exhibe una serie de problemáticas locales tales como la necesidad de vivienda, los bajos salarios, la escasez de recursos estratégicos, pero sobre todo, la penetración de los valores capitalistas en la sociedad cubana.
Será a través de los ojos de Bernardito y Martica principalmente, pero también mediante la mirada de Bernardo –padre de Bernardito – y de Josefina –madre de Soraya, la amante de Bernardito- que va tomando consistencia el argumento del relato.
Al enterarse del novedoso acontecimiento, publicado en el diario El País acerca del cual en el siglo XVIII unas monjas habrían depositado una enormidad de dinero en un banco de Gran Bretaña el cual sería repartido entre sus herederos, los Castiñeira empiezan a soñar con los ojos abiertos. A excepción de Bernardo, un revolucionario de la vieja guardia para quien los medios de comunicación nacionales son los únicos dignos de confianza y quién está convencido de que el dinero regalado siempre hace daño. No obstante, la familia acabará por convencerlo y finalmente aceptará participar en la cuestión de la herencia.
Bernardito, quien luego de haber estudiado ingeniería mecánica en la República Democrática Alemana (RDA) volvió con de la caída del muro de Berlín y entró a trabajar en la misma industria en la que conocerá a Soraya, será el presidente de la comisión de los Castiñeira con “i” latina.
Si bien el Estado provee “wawas” gratuitas para los trabajadores (lo que en castellano se entiende por colectivos), Bernardito lleva a Titico, su hijo, a la escuela en bicicleta y luego sigue rumbo al trabajo aunque una vez por semana se hace un tiempito para tener intimidad con su esposa.
Martica es una habilidosa artesana plástica que vive esperanzada en ganar un concurso de arte a fin de poder comprar, con la recompensa procurada, una vivienda propia de la que nadie tenga las llaves y en consecuencia, lograr tener privacidad.
Sin olvidar que las necesidades básicas (alimento, salud, educación, seguridad social, etc.) de todo cubano están solventadas por la libreta que otorga el Estado, el salario promedio de un trabajador es de $200 cubanos, lo cual les impide tener gastos ostentosos. Debido, en parte, al bloqueo parcial impuesto desde julio de 1960 por Estados Unidos a la importación de insumos básicos para el desarrollo del país, la adquisición de bienes relativos al sector de la construcción, el transporte, la tecnología, la industria láctea, etc., es otro gran inconveniente con el que debe lidiar, incesantemente, la revolución.
Por su parte, Soraya pertenece a los sectores más pudientes del pueblo pues si bien todos los cubanos son iguales frente a los beneficios que distribuye el Estado, no todos tienen acceso a Internet ni familia en Miami. Dicha joven, no sólo será la encargada de presidir la comisión de los Castiñeyra con “y” griega sino que además contribuirá a echar a perder la relación entre Bernardito y Martica, durante un viaje a la Habana que deberán realizar los representantes de ambas comisiones.
Toda la ficción es una gran metáfora de lo que sucede en la isla: las comisiones satirizan lo que constituye la base del régimen de gobierno cubano, los Comités para la Defensa de la Revolución (CDR), surgidos en las postsimetrías de 1959 y mantenidos hasta el momento. Es desde dichos comités que se propone, escoge, vigila y revoca (de ser necesario) a las diferentes candidaturas que se postulan al interior del Partido Comunista Cubano (PCC).
Al volver del viaje a la Habana: “La gente se volvió loca, le dio por comprar hasta teléfonos celulares, claro, como ahora se puede”, comenta Bernardito.
Como era previsible, la herencia resultó ser una farsa pues el banco en el que habría de estar el dinero pertenecía, ahora, a capitales norteamericanos y en razón del bloqueo, los Castiñeira residentes en Cuba no podrían recoger ni un centavo.
Dicha noticia desencadenó la disolución de matrimonios contraídos por interés, suicidios, deudas estrepitosas y graves sobresaltos de salud en varios individuos, tales como Bernardo quien se recuperará a la brevedad. Entonces, el público se ríe a carcajadas que se prolongan hasta el momento en que se ve a Josefina, la madre de Soraya, huir en balsa hacia Miami. Aquí, se hace un contundente silencio que acaba con silbidos y abucheadas.
Finalmente, Martica y Bernardito se reconcilian y emprenden un negocio de venta de “cake” (pasteles) al que denominan “El cuerno de la abundancia”.
No obstante, la historia se reanuda cuando la televisión anuncia que habría un nuevo presidente de la comisión de los Castiñeira que se haría cargo del trabajo para el cobro de la herencia y otra vez el pueblito de Caraguey se ilusiona con acceder a otro tipo de vida, caracterizada por el consumismo, la ambición y la ofuscación de una felicidad artificial corruptora de los valores socialistas -¿consagrados?- en la isla.
Aún recuerdo la ambigua sensación que me quedó luego de los aplausos y la encendida de luces de la sala. ¿Qué nos quería decir la película? ¿Acaso subestimaba al pueblo cubano? ¿Pero entonces, cómo había podido sobrevivir un país embargado nada más y nada menos que por EEUU? ¿Cómo se mantenía en pie aún siendo atacado ideológicamente por los grandes conglomerados mediáticos del mundo, sino por la rotunda lealtad de su gente? En fin, ¿A quién buscaba interpelar?
Fastidiada y como por capricho, me encaminé hacia el Malecón pensando en lo mucho que me hubiese gustado preguntárselo al propio director del filme. No valía la pena –me dije- pues la historia cubana y sus incansables luchas demostraban que no era tan fácil desmoralizar a un pueblo convencido en la construcción de su porvenir. Después de todo, aquella no era más que una mera una comedia.
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There has been 1 Responses to “El cuerno de la abundancia”
Anonymous
Muy buena pelicula, reflejo de la sociedad cubana por los cubanos. Es así Cuba no es el paraíso socialista pero mucho menos lo que dice la gusanada
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