El negocio de la información

Posted on Friday, July 11, 2008 - 0 comments -



A lo largo y a lo ancho del mundo, la clase gobernante y los sectores del establishment utilizan los medios masivos de comunicación para afianzar y acrecentar su propia cuota de poder. Para poder entender el origen de la concentración mediática es necesario atender a la conformación de bloques de poder en el marco de un mundo globalizado y asimétrico.

El origen de la riqueza

Hace ya más de treinta años, se empezaba a sembrar la semillita que daría origen a una tendencia arrasadora hacia la concentración mediática, que comenzaría a tomar forma durante la década del ochenta y terminaría consolidándose, definitivamente, en los noventa con el decisivo afianzamiento del modelo neoliberal. Actualmente, la importancia de los medios de comunicación se ha visto robustecida por el contexto generalizado de desmovilización política en todos los ámbitos de la sociedad.Este fenómeno no se dio de un momento para el otro ni fue recibido pasivamente. A fines de los años sesenta se había comenzado a observar un notorio avance de los sectores populares quienes aspiraban a protagonizar los procesos políticos. Asimismo, comenzaba a producirse el resquebrajamiento del modelo productivo del desarrollismo y la imposibilidad de asegurar la estabilidad del sistema mediante un “pacto social” que permitiera evitar un cambio estructural. De esta manera, comenzaron a sucederse procesos de luchas sociales en toda América Latina. Todos sabemos como termina esta historia. La descomunal represión efectuada por las dictaduras a todo a aquel que se resistiera a consentir su proyecto de país hizo posible la adaptación de la economía a la nueva tendencia del capitalismo.Durante los agitados tiempos de la década del setenta, los medios de comunicación argentinos todavía eran nacionales aunque sólo podían ser controlados por entidades públicas o privadas: de ningún modo estaba permitido generar experiencias comunicacionales por entidades solidarias o sin fines de lucro.
Esto no quita que se hayan realizado emprendimientos por fuera del marco de la ley tales como Cine de la Base de Raymundo Gleyzer, Cine de Liberación de Pino Solanas y la Agencia Noticias Nacionales Cadena Latinoamericana (ANCLA) de Rodolfo Walsh.
A escala mundial, la problemática del orden informativo desigual generó una fuerte polémica: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) encargaba, por esos años (1973-1980), una comisión de expertos en materia informativa presidida por Sean Mac Bride quien se encargó de elaborar un informe que enumeraba las principales dificultades de la comunicación a nivel internacional haciendo hincapié, sobre todo, en la brecha tecnológica que impedía a los países en desarrollo alcanzar a los países desarrollados. Este intento por remediar los desequilibrios en la circulación de la información requería un alto costo financiero que Estados Unidos y sus potencias amigas, Japón e Inglaterra, no estaban dispuestos a tolerar, por lo que en 1982 se retiraron de la UNESCO. De esta manera, el “Nuevo Orden Mundial de Información y Comunicación” (NOMIC) promovido por el Movimiento de países no alineados (MPNA) y el grupo de los 77 que agrupaba a los países de Asia, África y América Latina no conseguirían el aval de dicha entidad por lo que pasaría a ser un recuerdo más en los intentos por impulsar un disposición más justa de la información y la comunicación. No obstante vale la pena recalcar su importancia sobre todo porque las principales demandas y objetivos propuestos en aquél informe aún continúan vigentes.
A nivel nacional, también se llevaron a cabo un conjunto de diagnósticos en materia informativa que conllevaron a la postulación de la necesidad de que el Estado elaborara Políticas Nacionales de Comunicación (PNC´s) para garantizar el servicio comunicativo en tanto que bien público.
La década del ’80 constituyó un período en el que se abandonaron definitivamente todas aquellas tentativas de remover la situación desfavorable en materia comunicativa que se presentaba en los países sudamericanos. Fue una época de transición en la que distintas asociaciones funcionaron en el país siendo a su vez controladas por sus casas matrices ubicadas en Estados Unidos y Europa. Una fórmula aplicada a lo largo de nuestra tradición y por ende, conocida por todos: descomunal enriquecimiento mediante el pesar ajeno (o sea, nuestro) y fuga de ganancias hacia su propio hogar.De esta manera, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC’S), la posibilidad de hacer converger soportes y mecanismos de distribución mediante la digitalización se presentarían como el nuevo sector hacia el que se orientaría la economía mundial.
A su vez, el retraimiento de los Estados Nacionales y las estrategias de globalización de los agentes del mercado conllevó a que las empresas que hasta los años noventa seguían estando bajo el control del Estado pasaran a manos privadas.
El sistema de comunicación masiva no fue, precisamente, la excepción a la regla. La nueva configuración del capitalismo posfordista abría una época caracterizada por la concentración económica y financiera de grupos corporativos locales asociados con otros de origen extranjero no exclusivamente vinculados al sector de las comunicaciones: la información comenzaba a convertirse en un requisito imprescindible en la organización económica que prometía ganancias extraordinarias.El sistema comunicativo se reconfiguró en una serie de oligopolios de capital multinacional que a partir de este momento se encargarían de tomar las decisiones.


Cuando la palabra pesa

Este novedoso entramado hizo posible que los medios se posicionasen como fiscalizadores de las instituciones y en tanto que constructores de opinión pública, se convertirían en requisito indispensable para la legitimación de los representantes políticos. Esta alianza entre los grandes medios y la clase dirigente implicó que la planificación pública de las políticas a seguir se resolviese al interior de pequeños círculos a través del nuevo mecanismo de negociación: el lobby.Un claro ejemplo de ello es el comportamiento que ha mantenido el Grupo Clarín desde su fundación el 28 de agosto de 1945 hasta la actualidad. Dicho holding junto con el matutino La Nación se ha aliado con la clase gobernante de turno, ya sea mediante acuerdos entablados con miembros del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional para adquirir el 75% de Papel Prensa SA (el 25% restante permaneció en manos del Estado) ya sea mediante las concesiones otorgadas por el gobierno menemista luego de las reformas en favor de las grandes corporaciones mediáticas hechas a la ley de Radiodifusión 22.285 sancionada durante el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla. Dichas modificaciones se sucedieron en dos etapas: durante su primer período de gobierno (1989-1995) a través de la Ley de Reforma del Estado (23.696) que legitimaba la privatización de toda empresa que diese pérdidas económicas (que, aunque no era el caso de los canales 11 y 13, de todas maneras fueron traspasados a manos privadas) y la conformación de conglomerados de medios de comunicación por empresas no exclusivamente ligadas al rubro informativo ( Por ejemplo, Clarín que se vinculó con Radio Mitre o Telefé que se fusionó con radio Del Plata).
Luego, durante el segundo mandato del ex presidente Menem (1995-1999), a través del decreto 1005/99, se abrió las puertas al capital extranjero, y se permitió la transferencia de licencias (facilitando la compra-venta de empresas), la formación de cadenas (incrementando la concentración y centralización) y la ampliación de la pauta publicitaria (mecanismo privilegiado de financiamiento de la actividad mediática).
Durante el menemismo también se sancionó la Ley de Quiebras (24.522) que establecía una serie de pautas a seguir en caso de quiebras empresariales, mecanismo completado durante el
período de gobierno de Eduardo Luis Duhalde (2001-2003) quien, en obediencia a las imposiciones del FMI, le añadió la cláusula conocida como de "cram down" la cual notifica que los acreedores externos pueden cancelar deuda mediante la adquisición de empresas nacionales.En el marco de una crisis económico-política que sacudía al país de un extremo a otro, dicha ley vendría a afectar enormemente al mayor a los medios locales tales como el Grupo Clarín que hacia fines de 2001 y principios de 2002 poseía una deuda de millones de dólares (contraída por la compra de activos tales como Multicanal, Cablevisión, Fibertel etc.) que lograría volverse insignificante con la posterior pesificación de las deudas. En consecuencia, dicho grupo saldrá a hacer campaña en pro de que las industrias culturales fuesen exceptuadas de la ley de quiebras.
En julio de 2002, el asesinato de los piqueteros Maximiliano Kostequi y Darío Santillán, adelantó las elecciones por lo que Duhalde no puedo sancionar ley alguna que responda al lobby de sus medios "amigos". Debió ser el entrante presidente, Nestor Kirchner quien sancionara la ley 25.750 de Preservación de bienes y Patrimonios Culturales mayormente conocida como “Ley Clarín” la cuál indica que los bienes culturales deben ser nacionales (aunque permite el 30% de capitales extranjeros salvo a los países con los que hay firmados tratados de reciprocidad, o sea EEUU, caso en los que se podría ampliar dicho margen). De esta manera, el estado convalidó las deudas de dicho Grupo.En consecuencia, no hay con qué sostener la tan pretendida afirmación acerca de la “independencia” en materia de medios masivos, no sólo en el Grupo Clarín sino en todos los medios masivos de comunicación social ya que, esta falsa idea en la posibilidad de no estar sometido a presiones de ningún tipo y, en consecuencia, poder expresar pensamientos “libres” en materia periodística y comunicacional contrasta totalmente con la realidad.Además, los medios no sólo publican material informativo sí (y solo sí) no afecta los intereses de sus propios dueños, los de sus auspiciantes y los del poder político sino que también, a nivel económico se produce una censura similar, por el hecho de que la mayoría de los reporteros se ven imposibilitados de montar y sostener su propio medio en el cuál poder manejarse con autonomía de criterio y opinión. El caso más notorio es el de Todo Noticias (TN) que se presenta a sí mismo como "periodismo independiente" evitando recordar que pertenece al bloque más poderoso de nuestro país: el Grupo Clarín.

Hoy es el futuro

En nuestro país, el escenario actual sobre el cuál se organiza la industria mediática consta de unos pocos grupos económicos que manejan la totalidad del sistema de comunicaciones. Los dos bloques más importantes son el ya mencionado Grupo Clarín, perteneciente a Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magneto, Lucio Pagliaro y José Aranda en un 82% y a Goldman Sachs S.A. un 18%; y el Grupo ADMIRA (ex Telefónica Media de Telefónica de España) 100% concerniente a Telefónica Internacional, dominada por Telefónica de España. Ambos, de origen nacional y extranjero.Los restantes bloques que integran la configuración actual del mapa de medios son: Grupo Hicks; Grupo Muse, Tate & Furst Incorporated (HM&F); Grupo Torneos y Competencias; América Multimedios; Grupo Uno Villa/ Manzano; Grupo Hadad, Liberty Argentina; Editorial Perfil; Editorial atlántida; Grupo recoletos; Grupo Cie Rock & Pop; Grupo Héctor García; Grupo Aldrey Iglesias; Grupo Lerner; Grupo Pierre; Editorial Televisa; Capital Intelectual; Charleston Publishing C.O./ Grupo Kraiselburd; y Grupo Massot.A continuación, se describirá la actual configuración del Grupo Clarín, según datos publicados en un informe del diario Crítica de la Argentina . Dicho Grupo posee, en el área de medios gráficos: el periódico de mayor tirada del país Clarín, el deportivo Olé, el diario Página 12, el diario vespertino de distribución gratuita La Razón, una participación del 25,6% en la agencia Diarios y Noticias (DyN), el 100% de la Compañía Inversora en Medios de Comunicación (CIMECO) que controla los diarios provinciales La Voz del Interior, de Córdoba y Los Andes, de Mendoza, el 100% de Canal Arte Gráfico Editorial Argentino SA (AGEA), el 50% de Impripost, el 100% de las revistas Tinta Fresca, Genios, Elle Argentina, Elle Decoración, Elle novias (Editorial Revistas S.A.) y Pymes. Asimismo, controla un 36,9% de Papel Prensa S.A.En el sector televisivo domina Artear S.A. (Canal 13) en un 99,2%; el 100% de TN, Volver, Multideporte, Magazine, Canal 6 de Bariloche, Canal 7 de Bahía Blanca; el 85% del Canal 12 de Córdoba; el 85% de Canal 10 de Río Negro; un 15% del Canal Rural; el 30% de Ideas del Sur; el 60% de Cablevisión, el 98% de Multicanal, el 70% de G Uno, un 50% de Televisión Satelital Codificada S.A. (TSC), el 50% de Telered Imagen SA (TRISA), el 50% de TyC Sports, el 20% de Supercanal, el 4% de Direct TV (a través de la revista Media Investment).En materia de radiodifusión, dispone del 100% de Radio Mitre y dos FM (Cadena 100 y Gen 101.5)En el plano digital, mantiene el 97% de Primera Red Interactiva de medios Argentinos (PRIMA), el proveedor Ciudad Internet, Datamarkers, Flash, Fullzero, Vontel y el 100% de Clarín Global: Carin.com, deautos.com, masoportunidades.com, UBBi.En la sección de telecomunicaciones, es dueño de Audiotel SA en un 50%. También conserva las productoras Pol-Ka en un 30% y la Patagonik Film Group SA en un 33%. Y, además posee la planta impresora Ferias y Exposiciones Argentinas S.A. (Feriagro).
Consideraciones finales

La clase hegemónica (y sus diferentes fracciones de clase) posee el control de los m
edios de comunicación por lo que también es la única propietaria del derecho a la palabra, sin m
ás limitaciones que las suyas propias. Sin esta herramienta fundamental su poder se haría
trizas ya que, actualmente, los medios masivos cumplen la función de mantener el consentim
iento social de la comunidad y así reproducir
el funcionamiento del sistema.Si bien el mercado de bienes es cada vez más diverso y puede aparentar libertad de elección, nada más falso que dicha creencia: toda la producción cultural (por no decir el sistema productivo en su totalidad) responde a la lógica del pensamiento único. Inclusive se metabolizan experiencias surgidas en circuitos alternativos.Sin embargo, el sistema comunicacional es un arma de doble filo: la construcción simbólica de la realidad elaborada por los monopolios informativos sin el consenso de la sociedad, se desvanecería poco a poco en la disputa cotidiana librada sobre el terreno de las ideas. La imprescindible necesidad de contar con una comunicación propia, que identifique los intereses de la mayoría de la población y no sólo los de un sector privilegiado, requiere de un esfuerzo conjunto por disputar el sentido difundido por unas pocas empresas que hacen de la información y la comunicación social un negocio de inimaginables dimensiones.


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